Exdirectora del ICE: Deportar 13 millones es imposible
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Pero bajo la superficie, se gesta una tensión latente, un debate que trasciende las conversaciones cotidianas y se instala en las esferas políticas más altas: la inmigración. En medio de esta complejidad, Sarah Saldaña, ex directora del ICE durante la administración Obama, ofrece una perspectiva contundente. Su experiencia como fiscal federal en el Distrito Norte de Texas le otorga una credibilidad innegable. Desde su visión privilegiada, afirma que "trece millones de personas no van a ser expulsadas de este país, ciertamente no bajo este gobierno, no este año, no en los cuatro años de esta administración".
Esta declaración, lejos de ser una simple opinión, se sustenta en la realidad operativa del ICE. Paul Hunker, ex asesor legal principal del ICE en Dallas, coincide con Saldaña. Ambos destacan la complejidad logística de la situación. No se trata solo de arrestos; encontrar a 13 millones de personas requiere una inversión de recursos y personal inimaginable.
Las recientes operaciones del ICE en Texas, lejos de mostrar una ofensiva masiva, revelan una realidad distinta. Las imágenes publicadas por la agencia en redes sociales muestran operativos focalizados, con equipos pequeños rastreando migrantes, mayoritariamente con antecedentes penales, uno a uno. “En su mayoría, según la agencia, son personas con antecedentes penales.”
Las cifras oficiales parecen respaldar esta visión. La Casa Blanca reportó alrededor de 8,000 arrestos a nivel nacional en las primeras dos semanas de la nueva política. Incluso manteniendo ese ritmo máximo diario durante cuatro años, la cantidad total de arrestos se quedaría muy por debajo de la meta propuesta: “Incluso si ICE pudiera mantener esa cifra máxima todos los días durante cuatro años, totalizaría un poco más de 1,5 millones de arrestos, muy por debajo de los 13 millones.”
Hunker resalta la estrategia de "operaciones de tipo impactante" para generar la impresión de una acción a gran escala, mientras que Saldaña señala la posibilidad de un cambio en la estrategia si las cifras no aumentan. "Vamos a aprovechar lo que está al alcance de la mano", advierte, planteando la preocupación de que, de no alcanzarse las metas, ICE podría empezar a dirigirse a comunidades más amplias.
La situación, en palabras de Saldaña, se complica aún más por las limitaciones presupuestarias y las implicaciones humanas. La complejidad del problema requiere, en su opinión, un diálogo constructivo en el Congreso para hallar soluciones a largo plazo que protejan la seguridad pública sin afectar indiscriminadamente a millones de personas.
El debate sigue abierto. Mientras tanto, la vida en Dallas y el norte de Texas continúa, marcada por la subyacente tensión de una situación que, según expertos, presenta desafíos mucho más profundos que los simples números de arrestos.