Millones de pruebas COVID-19 a punto de ser desechadas: El escándalo de la administración Trump
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Aunque parezca una noticia distante, la decisión –y posterior cambio de opinión– de la administración Trump sobre el programa de pruebas gratuitas de COVID-19 en Estados Unidos tiene implicaciones que trascienden fronteras. Se especuló con la eliminación de un programa que contaba con más de 160 millones de pruebas, con un valor estimado superior a los 500 millones de dólares.
Según reportes de The Washington Post, a solo 12 minutos de que el sitio web COVIDtests.gov dejara de funcionar, la Casa Blanca anunció una extensión del programa. Andrew Nixon, vocero del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), explicó que se estaban llevando a cabo "discusiones regulares sobre el cierre de esta ronda del programa de pedido de pruebas de COVID-19", pero que por el momento seguía activo.
La situación generó un intenso debate. Dentro del HHS, se sopesaba entre desechar las pruebas o continuar con su distribución. “Es costoso almacenar estas pruebas; la destrucción cuesta una cantidad significativa de dinero, pero conservarlas también”, dijo Dawn O’Connell, ex jefa de la Administración para la Preparación y Respuesta Estratégicas (ASPR). Esta decisión contrastaba directamente con la postura de la administración Trump contra el derroche financiero.
Expertos como el Dr. Ashish Jha, ex coordinador de la respuesta al COVID-19 de la Casa Blanca, y el Dr. Tom Inglesby, ex coordinador nacional para las pruebas de COVID-19, expresaron su preocupación. “Destruir un activo pagado por el pueblo americano no tiene sentido”, señaló Inglesby. Ambos destacaron la importancia de mantener un acceso a pruebas gratuitas para una respuesta efectiva ante futuros brotes.
La lista de consecuencias de una decisión tan drástica es larga: