Trump compra Tesla: un inusual evento en la Casa Blanca

El martes pasado, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Elon Musk, el magnate detrás de Tesla, SpaceX y X, protagonizaron una escena poco común. Ambos, junto a un pequeño acompañante – el hijo de cuatro años de Musk – posaron ante una alineación de cinco vehículos Tesla, en lo que parecía una promoción publicitaria a plena luz del día.
Trump, con una sonrisa que no pasaba desapercibida, anunció la adquisición de un Tesla Model S, asegurando que lo pagaría a precio completo – “a partir de 79.900 dólares, sin descuentos”, declaró, imitando la retórica publicitaria de Musk. Detalló incluso los precios de cada modelo y las opciones de financiamiento, en lo que pareció una improvisada presentación de venta.
Pero el evento no fue solo un acto de apoyo a Musk. Las ventas de Tesla han caído significativamente en las últimas semanas, coincidiendo con la controvertida gestión de Musk al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Su política de austeridad, con miles de despidos y la congelación de fondos públicos, ha generado protestas y un movimiento de boicot, incluyendo la venta masiva de vehículos Tesla por parte de propietarios inconformes.
Este declive no se limita a Estados Unidos; se extiende a Europa, China y Australia. La compra de Trump, si bien fue descrita como una muestra de “confianza y apoyo a Elon Musk, un gran estadounidense de verdad”, según palabras del propio Trump en su red social Truth, también generó interrogantes sobre posibles conflictos de interés, dados los contratos existentes entre Tesla y la administración estadounidense.
La Casa Blanca se mantuvo hermética ante las preguntas de los periodistas sobre estos conflictos. De hecho, el Model S adquirido por Trump permanecerá en la Casa Blanca para uso del personal, lo que minimiza, al menos de forma aparente, cualquier uso personal del vehículo por parte del presidente.
El evento, transmitido en vivo por X, terminó con una declaración de Trump: “Creo que ha sido tratado muy injustamente… y es un gran patriota, y además ha hecho un trabajo increíble con Tesla.” La escena completa, sin embargo, deja muchas preguntas sin respuesta y un dejo de asombro sobre el futuro de la colaboración entre ambos personajes y sus respectivos imperios.
La imagen final: Trump, descendiendo del Tesla Model S rojo, dejó una impresión imborrable. Un momento que, lejos de una simple transacción comercial, reveló la compleja y, a menudo, impredecible relación entre poder político y el mundo empresarial.