Metales pesados en galletas Girl Scout: un alerta a la seguridad alimentaria

Una demanda colectiva, presentada recientemente, ha puesto en el centro del debate la presencia de metales pesados y glifosato en las famosas galletas Girl Scout. La investigación, llevada a cabo por Moms Across America y GMO Science, analizó 25 muestras de galletas compradas en distintos estados de Estados Unidos. Los resultados, sorprendentes para muchos, revelaron la presencia de cuatro de los cinco metales pesados analizados (aluminio, arsénico, cadmio, plomo y mercurio) en todas las muestras; la mayoría contenía los cinco.
La organización Girl Scouts ha respondido defendiendo la seguridad de sus productos, argumentando que cumplen con las normativas vigentes y que cualquier contaminación se debe a la exposición ambiental, negando que sus proveedores añadan estos contaminantes. Sin embargo, “solo porque sean metales naturales, no significa que sean seguros”, advierte Ana M. Rule, profesora asistente de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, recordando los altos niveles de cadmio encontrados en otros alimentos como el chocolate.
Este caso no es aislado. De hecho, la detección de metales pesados en diversos alimentos es cada vez más frecuente:
Jerold Mande, profesor adjunto de nutrición en la Escuela de Salud Pública de Harvard y ex funcionario de la FDA y el USDA, explica que si bien la presencia de contaminantes en alimentos procesados no es una sorpresa (con pruebas suficientemente sensibles, la mayoría darían positivo), el interrogante clave es "¿cuánto es demasiado?". Mande resalta la necesidad de una mayor investigación gubernamental para determinar los umbrales de seguridad, especialmente considerando la mayor sensibilidad de las pruebas actuales.
Las vías de contaminación son múltiples: desde la presencia natural de algunos metales hasta el legado de pesticidas contaminantes y el propio proceso de producción. Mark Corkins, jefe de la división de gastroenterología pediátrica, hepatología y nutrición del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee, reconoce la dificultad para lograr niveles de plomo bajos en ciertos alimentos, afirmando que “para ser honesto, no hay nada que vaya a estar completamente libre de contaminación”.
Los metales pesados se asocian a enfermedades y problemas de desarrollo, especialmente en niños. La FDA ha establecido niveles recomendados de plomo para bebés y niños pequeños, y trabaja en definirlos para arsénico, cadmio y mercurio, pero aún no existen niveles sugeridos para la población general. La complejidad del tema obliga a una reflexión sobre la seguridad alimentaria y la responsabilidad compartida entre el gobierno y la industria.