Crimen en Fort Worth: 50 años de prisión por asesinato de Kristlynne Robertson

El 19 de abril de 2024, la policía respondió a una llamada de emergencia. No era un robo, ni un accidente. Encontraron el cuerpo de Kristlynne Robertson, de 34 años, envuelto en una lona azul, una imagen dantesca que marcó el inicio de una investigación que revelaría una verdad terrible.
El hermano de Kristlynne fue quien dio la alerta. Sus declaraciones a la policía, reflejadas en la declaración jurada del arresto, describen una escena impactante: un fuerte olor nauseabundo emanaba de la casa. Allí, encontró a su cuñado, Christopher Robertson, "extremadamente intoxicado", junto al cuerpo de su hermana.
La autopsia del forense del condado de Tarrant confirmó lo peor: Kristlynne recibió un disparo en la cabeza. Las primeras declaraciones de Christopher a la policía fueron incoherentes, atribuidas a su estado de ebriedad. Sin embargo, la verdad, como un hilo que se desenreda lentamente, terminó por salir a la luz.
Al día siguiente, Christopher llamó al 911. Su confesión, fría y escalofriante, fue grabada: "Mi suegro me va a matar", dijo. "De hecho, maté a su hija". Dos días después, en una nueva declaración ante las autoridades, volvió a admitir su culpabilidad, expresando incluso el deseo de ir a prisión.
Cinco hijos quedaron sin madre. Esa es la devastación real tras el velo de este crimen. La tragedia deja un vacío irremplazable, una cicatriz profunda en la vida de quienes quedaron atrás.
El jueves, Christopher Robertson fue sentenciado a 50 años de prisión por el asesinato de su esposa. Desde el 21 de abril de 2024 permanece recluido en la cárcel del condado de Tarrant. El fiscal Riley Reynolds, en su alegato al jurado, resumió el impacto del crimen con una frase desgarradora: "Dejó a cinco niños sin madre".