Crisis económica en negocios latinos de Estados Unidos: miedo e incertidumbre paralizan comunidades

El epicentro de esta situación se encuentra en pequeños negocios, mayoritariamente latinos, diseminados por todo el país. Salones de belleza, restaurantes, tiendas de abarrotes; establecimientos que son el corazón de la vida comunitaria, ahora enfrentan una crisis sin precedentes.
Daysi García, dueña del salón de belleza Dana Beauty en Mount Rainier, Maryland, relata una historia que se repite con variaciones en otros cientos de negocios. Después de la llegada de agentes de inmigración (ICE) a su establecimiento buscando a una empleada indocumentada, su clientela disminuyó dramáticamente en un 60%, y varios empleados decidieron abandonar sus puestos por miedo.
“Lo que está pasando ahora es incluso peor que la covid”, afirma Daysi, describiendo la situación como un golpe devastador a su negocio. El temor a ser detenidos, incluso para aquellos con documentación en regla, se ha extendido como un virus, paralizando la actividad económica en estas comunidades.
Percy Pelaez-Contti, presidente de la Cámara Centroamericana de Comercio de Houston, describe el fenómeno como un “efecto dominó”. El miedo no discrimina: afecta a residentes legales e incluso ciudadanos, creando un clima de inseguridad que repercute en la economía local.
Este efecto se extiende más allá de las detenciones directas. La incertidumbre genera desconfianza. Algunos clientes evitan realizar compras por temor a proporcionar datos personales; otros, simplemente, no ven sentido en gastar su dinero en un ambiente tan incierto. Esto impacta particularmente a los pequeños negocios que, a diferencia de las grandes corporaciones, carecen de reservas financieras para resistir una crisis prolongada.
La situación es particularmente preocupante considerando que los latinos representan un motor económico significativo en los Estados Unidos. En 2023, crearon el 36% de las nuevas empresas, casi el doble de su representación en la población general. Esta crisis amenaza no solo a familias individuales, sino al tejido empresarial del país.
Mientras tanto, en ciudades como Minneapolis, el alcalde Jacob Frey ha realizado un llamado público al apoyo de estos negocios, instando a la población a consumir en establecimientos locales latinos. Sin embargo, la respuesta a largo plazo y las medidas gubernamentales para mitigar la situación aún están pendientes.
Historias como la de Krissia Sánchez, propietaria de un salón de belleza en Wheaton, Maryland, con una caída del 60% en su negocio, o la de Antonio Quijada, gerente del restaurante Panna en Doral, Florida, donde se observa más un impacto emocional que una caída significativa de clientes, ilustran la complejidad y la profundidad de esta crisis. El panorama sigue incierto.