Sede vacante: el ritual tras la muerte del Papa Francisco

La muerte del Papa Francisco, el 21 de abril de 2025, a los 88 años, ha desencadenado el proceso conocido como "sede vacante". No se trata de una simple transición, sino de un complejo ritual canónico que define la sucesión papal. El Cardenal Camarlengo, Kevin Joseph Farrell, ha asumido la administración provisional, certificando el fallecimiento, sellando los aposentos papales y, en un acto simbólico cargado de significado, destruyendo el Anillo del Pescador.
A diferencia de lo que muchos piensan, no existe un "vicepapa". “La Iglesia no contempla un sustituto directo”, afirma el profesor Marco Rochini, historiador de la Universidad Pontificia Salesiana, en una entrevista concedida a National Geographic. En su lugar, el Colegio Cardenalicio, con poderes limitados, se convierte en la autoridad temporal, su única misión: preparar el cónclave para elegir al nuevo pontífice.
Este periodo de espera, lejos de ser una simple pausa administrativa, es un momento de introspección y preparación espiritual. Durante los novemdiales (nueve días de oración), se celebran misas en memoria del Papa fallecido. Su funeral, según sus deseos de sencillez, será una ceremonia sobria, celebrada entre el cuarto y sexto día después de su muerte, con su posterior sepultura en la Basílica de Santa María la Mayor.
El cónclave, el acto de elección del nuevo Papa, se realizará en la Capilla Sixtina, en un periodo de entre 15 y 20 días. Allí, los cardenales menores de 80 años votarán en secreto hasta alcanzar la mayoría necesaria. Este proceso, “una encrucijada entre continuidad y renovación” según Rochini, no es solo una elección, sino un momento de gran tensión geopolítica; un espacio donde lo humano y lo divino se entrelazan bajo la mirada de los frescos de Miguel Ángel. La última vez que se vivió un proceso similar fue con la renuncia histórica de Benedicto XVI, un evento que demostró la capacidad de adaptación de la institución, incluso ante las tradiciones más arraigadas.
El Camarlengo, los cardenales, la curia... todos custodian un legado milenario, conscientes de que sus decisiones en estos días marcarán el rumbo de la Iglesia Católica por décadas. El anuncio del nuevo Papa, con la tradicional fumata blanca y el Habemus Papam desde el balcón de San Pedro, marcará el fin de este periodo de transición.