Trump endurece política migratoria y amenaza a inmigrantes con años en Estados Unidos

El gobierno de Donald Trump ha intensificado sus esfuerzos en materia de inmigración, aplicando una política de "tolerancia cero" que no distingue entre inmigrantes recientes y aquellos con décadas de residencia. Se habla de cientos de miles de personas – alrededor de 530,000 venezolanos, cubanos, haitianos y nicaragüenses que llegaron entre octubre de 2022 y enero de 2023, más unos 930,000 que utilizaron la app CBP One, además de un número indeterminado de residentes con mayor tiempo en el país – afectadas por estas medidas.
Según investigadores del Migration Policy Institute (MPI), María Jesús Mora y Ariel G. Ruiz Soto, la situación es alarmante. “En lugar de ser migrantes devueltos rápidamente en la frontera estadounidense, ahora es más probable que los retornados tengan muchos años de residencia en Estados Unidos y vínculos estrechos con Estados Unidos,” señalan en su informe. Esta realidad plantea un reto monumental para los países receptores.
La amenaza de deportaciones masivas preocupa profundamente a organizaciones como la Confederación de Federaciones Mexicanas en Los Ángeles. Francisco Moreno, su director ejecutivo, expresa la inquietud por “el incierto futuro inmediato de aquellos inmigrantes que llevan mucho tiempo en el país echando raíces.”
El informe del MPI, titulado “El lado olvidado de la deportación: El costo de ignorar los retos de reintegración de los retornados,” destaca la ineficacia de los programas de reintegración existentes en México, El Salvador, Guatemala y Honduras. Estos países recibieron 319,000 retornados solo en 2024, una cifra que podría aumentar exponencialmente.
Mora y Ruiz Soto enfatizan la necesidad de un replanteamiento fundamental de la responsabilidad compartida con Estados Unidos. “Seguir pensando que una vez que los retornados llegan a los países receptores están fuera de la vista y de la mente es una perspectiva miope e insostenible,” advierten. La insuficiencia de recursos y la necesidad de programas de reintegración adaptados al nuevo perfil de los retornados se presentan como desafíos cruciales.
Las conversaciones entre estos cuatro países y el gobierno estadounidense deben ir más allá de la simple aceptación de los retornados, abarcando la colaboración para fortalecer los sistemas de reintegración. El futuro de estas familias depende de una solución integral y coordinada.