"Resulta fundamentalmente inhumano", denuncia Sirine Shebaya, directora del National Immigration Project. "El sistema está diseñado para crear las condiciones más crueles posibles". Los documentos detallan:
- 1,700 vuelos internos en territorio estadounidense, muchos con escalas inexplicables.
- Detenidos trasladados hasta 20 veces entre centros, alejándolos de sus abogados y familias.
- 22 bebés y 1,000 niños incluidos en estos operativos.
El caso de
Andry José Hernández Romero, maquillador venezolano que buscaba asilo, ejemplifica el mecanismo. Tras ser detenido en California, fue subido a un avión de
GlobalX con escala en cuatro estados antes de terminar en
El Salvador, pese a tener audiencia programada.
"Nunca supo dónde estaba. Solo vio soldados y drones al aterrizar", relata su abogada Lindsay Toczylowski.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) niega irregularidades: "Todos los traslados cumplen protocolos estrictos", afirma Tricia McLaughlin, vocera oficial. Sin embargo, los manifiestos muestran que:
- 179 venezolanos fueron enviados al Centro de Confinamiento Terrorista (CECOT) en El Salvador, violando órdenes judiciales.
- Mujeres embarazadas detenidas en redadas fueron trasladadas de California a Florida.
- El sistema de localización del ICE marcaba a detenidos en Washington D.C., ciudad sin centros migratorios.
Para organizaciones como Raíces, esto responde a un objetivo claro:
"Es un castigo por no aceptar la deportación voluntaria", señala Faisal Al-Juburi. La táctica incluye amenazas como separar familias o enviar menores a albergues, según testimonios recopilados por
The Guardian.
Mientras, GlobalX —que factura $120 millones anuales con el contrato del ICE— no respondió a solicitudes de comentarios. Sus aviones, antes usados por equipos deportivos, hoy operan como "taxis de la deportación", según registros internos.
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