Niños de la escuela primaria Luis Donaldo Colosio, en la colonia 4 de marzo, se vieron obligados a tirarse al piso en medio de una balacera. Las imágenes que circulan en redes sociales muestran a los menores resguardándose bajo sus bancas, con el sonido de las detonaciones de fondo.
La persecución, que involucró a civiles y elementos de la Guardia Nacional, se registró a un costado de la Universidad Autónoma de Occidente. Las detonaciones también alcanzaron a la escuela de educación básica Miguel Castillo Cruz, lo que obligó a las autoridades a suspender las clases en ambos planteles.
Esta situación es una muestra de la violencia que persiste en la capital sinaloense, a pesar de que el pasado 17 de septiembre, la Secretaría de Educación Pública y Cultural de Sinaloa decretó el reinicio de clases presenciales tras una semana de suspensión.
Las escuelas privadas optaron por mantener clases en línea, mientras que la asistencia en los planteles públicos fue escasa. El gobernador, Rubén Rocha Moya, aseguró que sí existen condiciones para el regreso a las aulas: “Yo no los estuviera convocando si supiera que hay riesgos para que asistan a la escuela”.
Sin embargo, la realidad es que la violencia en Sinaloa no cesa. En las últimas dos semanas, se han reportado al menos 30 enfrentamientos, 79 personas asesinadas, 70 fallecidos y 98 autos robados. La cifra de personas secuestradas ya ronda el centenar. Se presume que la entrega de Ismael “El Mayo” Zambada a Estados Unidos por uno de los hijos de “El Chapo” habría detonado esta guerra por el territorio.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha culpado a Estados Unidos por este estallido de violencia en Culiacán y municipios aledaños, argumentando que se debe al operativo que llevaron a cabo para capturar al capo y cofundador del Cartel de Sinaloa.