¿Cómo se haría esa revisión? ¿Con calma, analizando cada pieza con cuidado, o con la premura de un mecánico que sabe que el tiempo juega en contra?
La pregunta surge en el contexto de las reformas constitucionales que se están llevando a cabo en México, particularmente la del Poder Judicial. La presidenta Claudia Sheinbaum ha defendido la prisa en su implementación, argumentando que la mayoría del pueblo mexicano la apoya y que las elecciones del 2 de junio demostraron esa voluntad.
"La reforma al poder judicial fue un tema central de mi campaña presidencial", dijo Sheinbaum. "Su aprobación en el Congreso y en los Congresos estatales refleja el mandato popular". Además, la presidenta ha insistido en que se llevaron a cabo mesas de discusión y diálogo con la ministra presidenta de la Corte, los ministros y la ciudadanía, lo que permitió realizar modificaciones a la propuesta original.
Sin embargo, la oposición argumenta que la celeridad de la implementación no permite un análisis exhaustivo y que la consulta ciudadana fue superficial, dejando dudas sobre la verdadera representación de la voluntad popular.
La reforma del Poder Judicial, como un motor fundamental del sistema legal, requiere un análisis profundo, una discusión abierta y un consenso sólido. ¿Se logró esto con la velocidad con la que se implementó la reforma? La respuesta aún está en debate.