En estas fechas, la salud mental de las personas con anorexia, bulimia o trastorno por atracón se encuentra especialmente vulnerable. Para ellos, la Navidad no se trata solo de comida; representa una batalla constante contra sus propios pensamientos y emociones. "No se trata solo de la comida, sino de lo que eso significa para la persona", explica la Dra. Elena Ramírez, especialista en trastornos de la conducta alimentaria.
Un aspecto crucial es evitar cualquier tipo de comentario sobre su físico. Los halagos sobre la estética, incluso con buenas intenciones, pueden ser contraproducentes. En lugar de centrarse en la apariencia, es preferible expresar apreciación por sus cualidades personales. "Luces feliz", "Eres una persona valiente", "Te admiro mucho", son alternativas mucho más adecuadas.
Más allá de las palabras, la clave radica en minimizar la importancia de la comida en sí misma durante la celebración. La cena navideña debe ser un momento de conexión humana, no una fuente de ansiedad. En lugar de centrarse en los platillos, se deben fomentar las interacciones, las risas y la convivencia familiar.
Para lograrlo, es útil:
- Planificar actividades alternativas: juegos de mesa, charlas, intercambio de regalos, etc., que ayuden a desviar la atención de la comida.
- Controlar el lenguaje: evitar comentarios sobre la comida, las porciones o la apariencia física de los demás, incluso "bromas" aparentemente inofensivas.
- Ofrecer apoyo incondicional: demostrar empatía y comprensión, creando un ambiente seguro y libre de juicios.
Recuerda que la Navidad debe ser una época de celebración y armonía para todos. Entender las dificultades que enfrentan las personas con trastornos alimenticios y adaptar la dinámica familiar a sus necesidades, es fundamental para que puedan disfrutar de las fiestas y fortalecer su proceso de recuperación.