El anuncio de una posible deportación masiva desde Estados Unidos, liderada por el futuro gobierno de Donald Trump, ha puesto en alerta máxima a seis estados mexicanos: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. La amenaza de la llegada de 11 millones de personas indocumentadas a la frontera ha desatado una carrera contrarreloj para ampliar la infraestructura de albergues.
Ciudades como Tijuana, Ciudad Juárez, Piedras Negras, Nuevo Laredo y Reynosa, enfrentan el reto de preparar sus sistemas para una posible avalancha humana. “Estamos preparados para atender a nuestros connacionales con independencia de su estatus migratorio y en donde se encuentren”, señaló el secretario de Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, desde Sonora, intentando transmitir calma ante la situación. Sin embargo, la realidad es que los recursos son limitados.
Tijuana, por ejemplo, con su red actual de 44 albergues, se prepara para evitar repetir el colapso de 2018 y 2019. El ayuntamiento ha aprobado una declaratoria de emergencia, autorizando movimientos presupuestarios para atender la situación y se están tomando medidas como el arrendamiento de inmuebles y la contratación de servicios adicionales. En Ciudad Juárez, el sacerdote Francisco Bueno Guillén, director de La Casa del Migrante, comenta: “La Casa del Migrante tiene una capacidad para 560 personas. Sin embargo, con otros espacios… hemos dado respuesta en ocasiones hasta 1.500 personas”.
La situación no es exclusiva de Baja California o Chihuahua. En Tamaulipas, el secretario de Gobierno, Héctor Villegas González, ha anunciado la ampliación de albergues, pasando de una capacidad de 5,000 a 12,500 migrantes. “El gobierno de Tamaulipas ha habilitado albergues para ofrecer refugio a los migrantes que buscan regresar a su lugar de origen…”, puntualizó Villegas González. Pero la precariedad es evidente; la falta de recursos económicos e infraestructura es un obstáculo común en todas las ciudades fronterizas.
Más allá de la frontera, el futuro gobierno de Trump también enfrenta retos significativos. Tom Homan, el “zar de la frontera”, ha admitido públicamente que los recursos disponibles para el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas son limitados, lo que podría significar una deportación mucho menor a la prometida en campaña; quizá solo entre uno y dos millones de personas en una primera fase.
La situación en la frontera no se limita a cifras y estadísticas. Detrás de cada número hay una historia humana, un futuro incierto. El desafío es monumental, tanto para México como para Estados Unidos. El tiempo dirá cómo se enfrentará esta crisis humanitaria.