Invaden para sobrevivir al final de la calle Ricardo Flores Magón

El frío y la humedad han hecho ver su suerte a 35 familias que residen en una reciente invasión ubicada al final de la calle Ricardo Flores Magón, a unos cuantos metros del Recinto Fiscal y en donde están al olvido de todos, en una pobreza que al igual que el frío, cala en los huesos

Invaden para sobrevivir al final de la calle Ricardo Flores Magón
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Nogales.

El frío y la humedad han hecho ver su suerte a 35 familias que residen en una reciente invasión ubicada al final de la calle Ricardo Flores Magón, a unos cuantos metros del Recinto Fiscal y en donde están al olvido de todos, en una pobreza que al igual que el frío, cala en los huesos.
Tras un recorrido mientras nevaba en Nogales a inicios de mes, varias familias abrieron las puertas de sus hogares, gente humilde pero muy bien educada, saludaban, deseaban los buenos días, ofrecían desayuno y café, lo poco que tenían a la mano y sin importar si se les acababa, también daban la bendición de Dios a la hora de despedirse y agradecían la atención ante su clamor.
Humildes viviendas, construidas de materiales como cartón, madera y lámina, con pisos de tierra y agujeros entre las paredes y techos que dejan entrar el aire helado por las noches, no tienen energía eléctrica, generan luz con veladoras o lámparas de petróleo, tampoco tienen agua potable ni drenaje, usan fosas sépticas, todo ello ha provocado que sus moradores pidan auxilio desesperadamente.
Tal es el caso de la señora Guadalupe Román Yáñez, de 50 años de edad y quien vive con su esposo Carlos Berrelleza y el hijo de ambos, Luis David, de 18 años, quienes al igual que el resto de las familias, llegaron a este asentamiento hace poco más de seis meses.
Nos fue muy mal, no dormimos, el aire nos levantaba las láminas y nos caía tierra encima, yo le decía a mi esposo que nos saliéramos, porque temía que se nos cayera la casa encima. A un vecino se le cayó la puerta, a otra se le mojo todo el interior de su casa”, relató.
Y es que los altos precios en las rentas en esta frontera, orillaron a estas familias a buscar un espacio donde vivir, invadieron estos terrenos y así, se han ahorrado entre 800 hasta mil 500 pesos de renta al mes, cuando sus ingresos son inferiores.
Ellos conforman una familia que viven en Nogales desde hace seis años, llegaron desde Sinaloa en busca de mejores oportunidades, su esposo es ayudante de albañil y apenas gana mil 200 pesos a la semana.
Reconocieron que el alcalde Cuauhtémoc Galindo Delgado y funcionarios municipales ya fueron a visitarlos, les dejaron cobijas y despensas en diciembre pasado.
Sin embargo, necesitan de mucha ayuda como lonas, cartones, láminas para cubrir bien su casa.
Otro caso similar es de la señora Esperanza Hernández, de 52 años de edad, quien comparte una pequeña vivienda conformada de dos cuartos, con otras siete personas.
La pasamos despiertos, porque el viento levantaba la lona, pensábamos que iba a volar el jacal, no tenemos la madera suficiente y pensábamos que se nos iba a caer, por eso mandamos a los niños y a otra muchacha a dormir a otra casa”, recordó.
Esta familia tiene siete meses en la invasión, antes vivían en El Represo, donde pagaban una renta de mil 500 pesos mensuales y hasta dos mil 700 de energía eléctrica, su esposo es discapacitado, su hija trabaja y sus hijos, pero ya están casados y tienen sus responsabilidades, por lo que esperan lo que puedan apoyarlos.
De las siete personas que habitan en ese domicilio, solamente trabajan tres de ellos, pero ninguno tiene empleo fijo o constante, ya que en ocasiones ayudan en obras de construcción o en talleres mecánicos.
Lo que Dios les da, hay veces que 50, los 200 pesos o los mil cuando mucho a la semana, más la ayuda de los mismos vecinos”, añade la señora Hernández, quien relata su experiencia a un lado de su esposo, don José Luis Valtierra, de 60 años, quien tiene discapacidad en su pierna izquierda y en la columna que le impiden trabajar.
También recordó que en diciembre les llevaron cobijas y despensas, les recomendaron acudir a algún albergue en caso de sufrir con el clima, pero no quieren dejar sus pertenencias a la merced de ladrones o de la misma lluvia o nieve.
No nos gusta andar ahí, tampoco queremos dejar aquí abandonado todo, se nos moja o nos lo roban, no podemos perder lo poco que tenemos, aquí de perdida podemos mover lo que se pueda”, añade la señora.
Al igual que las otras familias, se enfadaron de pagar rentas caras y por ello invadieron este predio al final de la calle Ricardo Flores Magón.
Necesitan cualquier ayuda, pero sobre todo quisieran que las autoridades les permitieran quedarse con los terrenos de manera legal, para empezar a reconstruir y remodelar sus viviendas con certidumbre y material sólido.
Ahorita nomas tenemos estos dos cuartos, uno de ellos está hecho de ruedas de madera y láminas que me han regalado. Nosotros no somos de aquí, llegamos a buscar trabajo”, agrega don José Luis, apoyado en una muleta.
Otro caso similar es el de la señora Guadalupe Bonillas Miranda, quien habita otra vivienda construida con material y que está ubicada en la orilla de un barranco, donde el frío aire sopla con más intensidad y se cuela por cualquier rendija de la vivienda, entre las paredes y techos reforzados con hielo seco.
Anoche sentíamos que se nos iba a caer la casa, de hecho el aire y la lluvia me hizo sentir que iba a levantar la lámina de en medio, están todos los clavos salidos, se me trasmina mucho el agua hacia dentro”, comenta la señora Bonillas.
En ese domicilio viven cuatro personas, su esposo trabaja como lavador de automóviles en un Car Wash pero si hay mal clima no tiene trabajo, mientras que por las tardes vende fritangas, burritos y tortas en las calles, pero ahorita no tiene dinero para comprar el material para hacer esos productos.
Ahí también vive una niña de nueve años de edad.
Necesitan de madera y cemento, porque el piso de tierra en el verano facilita la salida de alacranes, que pican y han mandado a la niña varias veces al hospital.
Su esposo gana de 150 a 200 pesos a la semana y es cuando le va bien, no comemos carne, puro frijolito, sopita y tortillitas, no da pa´ más el ingreso para la casa, porque es un solo hombre el que trae el sostén para la casa”.
Esta familia, a un año de residir en ese sector necesita de cobijas o despensas, también de madera para terminar de forrar la casa, ya que solo tienen cartón que no resiste el aire frío.
Yo atizo, pero ahorita a como está el clima, no he tenido chanza de hacer lumbre aquí afuera”, concluye.

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