Silvia Consolini, maestra nómada de yoga

Silvia Consolini, maestra nómada de yoga
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El viajar por el mundo solo llevando el yoga consigo misma se ha convertido en un estilo de vida pleno y satisfactorio para Silvia Consolini, quien mediante talleres transmite su aprendizaje diario a ciudadanos del orbe y Nogales fue uno de esos lugares.
Nacida en Venezuela en la década de los 70, Silvia es una nómada que recorre el mundo desde hace nueve años, acompañada por el yoga únicamente,  y así llegó hasta esta frontera.
Es una mujer sencilla y humilde, maestra de esta milenaria disciplina y que en su largo recorrer ha cultivado amistades, siempre con el yoga como vínculo, sus enseñanzas se han quedado en múltiples países, incluido la India, la cuna del yoga.
El yoga llegó a mi vida por causalidad, prácticamente en un momento difícil y después de haber migrado a otro país, a Italia, cuando descubrí bajo su departamento un lugar y decidí probarlo, hace 16 años, a mis 28 años de edad”, recuerda.
Sus inicios fueron bajo la tutela de una maestra italiana llamada Martha, quien por cierto tuvo un novio venezolano –agrega Silvia- y con quien tuvo una conexión rápida, era una buena instructora y se desarrolló una excelente relación, ello también facilitó un cariño a la práctica.
Consolini añade que fue un tiempo corto de enseñanza, pero basto para darse cuenta que la práctica sería parte de su vida permanente.
Sus primeros años de hacer yoga fueron en Italia, también vivió en la India, en donde estudió y profundizó aun más; duró doce años preparándose pese a los consejos de sus amigos de que enseñara yoga, hasta que un día decidió certificarse.
Estaba un poco reacia a certificarme porque lo miraba así como algo de negocio, no quería que el yoga fuera un negocio para mí, por años estuve sacándole la vuelta, hasta que mientras estaba en la India decidí certificarme en un centro llamado Ashram”, rememora.
Platicó que en esos lugares incluso los practicantes que buscan convertirse en maestros deben quedarse a vivir en esos llamados Ashram, donde se quedan a practicar durante meses, todos los días, hasta lograr la certificación, incluidas rutinas especiales y hasta dietas, todo un retiro del yoga.
Recordó que en la mayoría de esos Ashram, en la gran mayoría estudiaban indios, pero también había extranjeros, gente de todo el mundo, a excepción del suyo, donde solamente había indios y en ese lugar logró su certificación hace cuatro años.
Añadió que en los Ashram siempre hay algún gurú, el maestro supremo que fundó el lugar, que ya murió y dejó su legado, quien es venerado por sus practicantes, recuerda que en su Ashram era una pareja la que impartía la clase, una energía de mujer y hombre muy singular para Silvia, por ser una práctica sencilla, con personas accesibles.

Aprovecha las redes sociales para sus viajes
Los lugares donde imparte el yoga se han logrado gracias a las redes sociales, con contactos y amistades que ha hecho a través de los años.
Reconoce que la parte logística es complicada, recuerda que antes del yoga, era una analista de sistemas, lo que le ha ayudado mucho en hacer sus planificaciones y presupuestos para viajar por el mundo en los últimos nueve años.
Además de impartir talleres en varios países de Europa, también ha compartido en su natal Venezuela, en Costa Rica, México, Estados Unidos y Canadá, entre otros.
A México lo considera especial, como una India en light”, por tener una movilidad de su gente más ligera, ha impartido yoga en ciudades no turísticas, ha visitado Papantla, Oaxaca, Ciudad de México, Nogales y Hermosillo.
Planea seguir con su vida de nómada, ya intentó quedarse estable hace algunos años, pero a los cuatro meses no aguantó la inmovilidad y regresó a ser ciudadana del mundo.
Para sus viajes se organiza previamente, siempre tiene donde llegar, aunque ha dormido en casas donde no hay camas, jamás ha tenido que dormir en la vía pública, contrario a lo que la gente piensa de los nómadas o de un estilo hippie”.
Ha corrido riesgos menores, pero debido a que es originaria de un lugar con mucha inseguridad como Venezuela, tiene un estándar algo del significado del riesgo, no teme a los asaltos, solo a un intento de homicidio o violación sexual.
Ha vivido en ciudades como Bombay y Calcuta, sobrepobladas de personas y animales con vacas, elefantes y hasta monos.
Nunca ha querido tener hijos, estuvo casada y vivió muchos años con ese estilo de vida, actualmente y gracias a la tecnología y redes sociales, se mantiene conectada con sus familiares y amigos alrededor del mundo, difícilmente se siente sola, afirma.
En los próximos meses volverá a Europa, donde ya tiene programados talleres y a donde llevara el conocimiento adquirido en tierras mexicanas, como el organizar una clase de alebrijes de Oaxaca como tema, introducirlos en el extranjero.
 
¿Qué encontraste en el yoga que te hizo profundizar?
Ayudó mucho la enseñanza de su primera maestra, Martha, debido a que es mucho más importante el aprendizaje con un buen maestro que viendo videos o leyendo libros de yoga, debido a que es una disciplina de energía, donde el contacto es primordial entre las personas”, responde.
Añade que ahora cómo vive de nómada, es algo que siempre le acompaña, en cualquier lugar y momento puedo aplicarlo y practicarlo, no necesita nada más
Sigo siendo una estudiante, porque en realidad en el yoga nunca paras de aprender. Para mí el yoga es energía y unir la mente con el cuerpo”, dice.
Destacó que el yoga puede ser practicado por cualquier persona y a cualquier edad, es accesible a cualquier nivel, se puede tomar como algo totalmente físico y depende de la persona si quiere avanzar a lo espiritual o energético.
Silvia comenta que con disciplina y frecuencia se puede contar con un cuerpo y organismo súper resistente, estilizado y tonificado, simplemente si se practica con el fin físico, no hay ningún límite y solamente depende del grupo donde se practique.
A Silvia le gusta más la parte energética del yoga, en segundo término en lo físico, ya que le ha ayudado en problemas de salud, los cuales los ha manejado solamente con la práctica del yoga y sin medicina alguna.

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