Don Max, 58 años como barbero

Cambió las navajas de filo por las desechables y adaptó los sillones según la tendencia, sin embargo, unas tijeras, un peine, un rociador de agua y un rastrillo siguen siendo su principal instrumento de trabajo

Don Max, 58 años  como barbero
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Nogales.

Cambió las navajas de filo por las desechables y adaptó los sillones según la tendencia, sin embargo, unas tijeras, un peine, un rociador de agua y un rastrillo siguen siendo su principal instrumento de trabajo.
Don Maximino Arriola tiene 58 años como barbero, inició en esta profesión a los 18 años en la Barbería La Principal, y el trabajo de su esfuerzo le permitió comprar su casa y brindarle estudios a sus hijas.
Don Max, como lo conocen sus clientes, a sus 76 años se mantiene vigente en su negocio ubicado en Avenida de los Maestros y Tecnológico.
El entrevistado narra que presentaba su servicio militar cuando empezó a trabajar con el dueño de la barbería La Principal, Enrique Acosta; ahí aprendió la profesión y ganó clientes de la comunidad de ambos Nogales y Tucson.
En el año de 1963, el dueño de la barbería emigraría a Estados Unidos y fue entonces que le propuso venderle el negocio, ubicado frente a la cafetería Lourdes,  a un costado de Zapatero El Gilo.
Me dijo te vendo la barbería y yo pregunte cuánto vas a querer por ella; me respondió que 8 mil pesos, era mucho dinero en ese entonces y le respondí que no había manera de comprarla”.
En ese entonces don Max coincidió en las Fiestas de Mayo con el entonces gerente del Banco Nacional de México, Marco Antonio Moreno,  quien mientras se tomaban unas cervezas le preguntó el por qué no ponía su propia barbería. Porque no tengo dinero”, fue su respuesta,  sin embargo le comentó le que le ofrecieron la barbería donde trabajaba, pero no tenía manera de comprarla.
Era un viernes cuando platicamos de la venta de la barbería y me dijo: vente temprano el lunes, te voy a conseguir 10 mil lanas para que la compres y pongas la barbería a tu nombre”.
Don Max comentó que en ese entonces daban 11 meses para pagar, él cubrió en siete meses el préstamo que le permitió comprar la barbería, la remodeló, arregló y permaneció en la misma dirección por 55 años más.
El entrevistado refiere que años atrás era redituable una barbería y la competencia era poca, además de que los clientes eran fieles a su barbero y peluquero de cabecera.
Sin embargo la situación económica, competencia y las altas rentas en los locales lo obligaron a cambiar su dirección. Pagaba yo mil dólares de renta y ya no podía costearlo”, dijo don Max.
Se ganaban buenos centavos en aquellos tiempos, compré mi casa, mis cosas, le di estudios a mis hijas, pero vino el tiempo malo y me moví aquí”, añadió.
En su actual dirección continúa trabajando; una muchacha le ayuda con los clientes nuevos y atiende a las mujeres que buscan arreglarse el cabello. Ella es quien usa máquinas y aparatos nuevos”, dijo el experimentado barbero.
En el lugar aún conserva sillas con más de 100 años de antigüedad.
Don Max agradece cada cosa que consiguió a lo largo de su vida, las alegrías y tristezas y la familia que sacó adelante haciendo lo que le gustaba. Siendo barbero conoció a su esposa con quien tuvo cuatro hijos y a quien perdió hace seis años, pero conserva sus recuerdos y sus fotografías en su local.
A sus 76 años, día a día lo acompañan sus tijeras, su rastrillo y su peine esperando un nuevo cliente, un cliente que quiera cortarse el pelo y hacerse la barba a la antigüita.

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