Festejan al santo patrono de Oquitoa le piden novia o novio

Son casi las 7 de la tarde. Sábado 13 de junio, día de San Antonio de Padua, santo patrono de Oquitoa, Sonora. Decenas de vehículos, con habitantes de dicho pueblo esperan en un costado de la antigua ruta del Río Altar, que corre casi paralela al citado río, desde Tubutama, pasando por Átil y Oquitoa, hasta llegar a Altar, lugar donde inició la tradicional cabalgata anual para festejar a “San Toñito”.
Al fin, como a las 7 de la tarde, ya casi rayando el sol, a la altura de Asociación Ganadera Local del pueblo, comienzan a verse los primeros  integrantes de la cabalgata, conformada por toda clase de personas, desde niños y niñas, acompañando a sus papás, hasta adultos de la tercera edad y una que otra parejita, que se echaron a cuestas de los ‘cuacos’ un recorrido de casi 11 kilómetros, eso sí muy felices, sobre todo los que realizaron el trayecto con las manos muy frescas, por la libación de espumosos y desinhibidores líquidos ambarinos, a los cuales podían acceder con solo estirar la mano a una hielera que va en la caja de un vehículo que precede la caravana, mismo que lleva una especie de ‘carreta’ en la que son trasladados los miembros de una tecnobanda que ameniza la caravana y alegra a los jinetes junto a sus caballos bailadores los cuales hacen un estrépito al hacer contacto, sus cascos, con el camino empedrado.
Al acercarse más se escucha la canción “El corrido de los amarradores”, después “Catarino y los Rurales” y la alegría se comienza a desbordar hacia los que están esperando a las afueras del pueblo para entrar juntos todos; ya sea a caballo, carreta o carro, el chiste es llegar juntos.
De repente, son ya las 7 y media, comienza a oscurecer, se hace una entrada triunfal al pueblo, encabezada por el alcalde actual, José Aurelio Ortiz Gortari, quien es recibido por una comitiva del pueblo y le dan a San Antonio, luego inicia el recorrido por las dos que tres calles, bien pavimentadas con concreto hidráulico, por cierto, donde la demás gente sale de sus casa a ver pasar a “San Toñito” como le dicen muchos que van a solicitarles, algún favor o milagro, máxime las mujeres (en edad de merecer, ahhh, y una que otra precoz) que van a pedirle que no sea ‘malito’ y les favorezca con un novio, cuando el santo es volteado bocabajo, como es tradición, después de pasearlo por el pueblo, antes de llevarlo a la iglesia donde se ofrece una misa en su honor.
Este año a las pobres les quedará mal y las dejará sin galán toda vez que el sacerdote, por algún motivo, no acudió a impartir la misa aunque San Antonio sí fue paseado por las calles del pueblo, y muchas de ellas, de todos modos, pidieron la merced.
Ojalá se les haga, comentan algunos pícaros, de esos que nunca faltan en un pueblito donde todos se saben la vida de todos, y hasta más que de ellos mismos. Así es la idiosincrasia de estos asentamientos, “pueblo chico, infierno grande”, aseguran los más ‘comunicativos’, con desenfado.
Al final del recorrido la máxima autoridad municipal ofrece, en un patio de la escuela del pueblo, una rica barbacoa para toda aquella persona que quiera comer, mejor dicho cenar, y muchos repiten la dosis, al cabo que es de ‘gorrión’ comentan los que así lo hacen, los cuales no son pocos.
Afuera la tecnobanda sigue con su cometido y los caballos bailadores con sus jinetes y jinetas o amazonas, hacen lo propio, transmitiendo una inmensa sensación de júbilo, el cual se repite cada año, toda vez que la mayoría de los invitados son gente del pueblo que por alguna razón se han ido a trabajar, estudiar o lo que sea, a Estados Unidos u otro lugar y regresan a pagar ‘mandas’ o festejar al santo patrono para que les siga yendo bien. La fiesta sigue. Más tarde comienza a tocar, en la plaza principal, el reconocido grupo cajemense “Pauta Azul”. Cientos de personas, bailadoras y no bailadoras, se reúnen en el lugar y el festejo se generaliza; también hay juegos mecánicos y vendimia de antojitos mexicanos, para los que no alcanzaron ‘el goyete’ de la barbacoa. Un día antes, viernes 12, se había realizado la velación del santo patrono y encendido de veladoras a los difuntos que se encuentran descansando en el panteón ubicado precisamente alrededor de la parroquia de San Antonio de Padua.
Ya el domingo 14, la mayoría andan desvelados y otros todavía no la han cortado. Para cerrar los festejos se realiza un rodeo y otras suertes charras donde algunos de los vaqueros se dan tremendos costalazos por no traer el pulso muy dispuesto mientras que las mujeres que no aprovecharon el baile de la noche anterior, todavía tienen la esperanza que San “Toñito” les envíe una señal antes de que acabe el día…y la gracia del santo.

Lo que hay que saber de este festejo
San Antonio de Padua es honrado cada 13 de junio en este pueblo del río Altar, con festividades que empiezan la víspera del 12 con las clásicas mañanitas por gente que viene de otras regiones y que tiene sus raíces en este antiguo pueblo.
El mero día 13 de junio, tras la tradicional amanecida, se celebra la misa alrededor de las diez de la mañana, que es aprovechada cada año para celebrar la primera comunión de los niños del pueblo, así como de los asentamientos vecinos para que San Antonio los bendiga y después “a darle macizo al tololoche y la lira”, cada quien con compadre nuevo.
Este año, al igual que el anterior, se celebró la cabalgata con más de cien jinetes, que inició
en Altar. Sobre la tradición de voltear el santo boca abajo, se cuenta que algún enamorado acudió a pedirle que le hiciera el favor con su amado, o amada, y se le ocurrió voltearlo de cabeza; y al parecer se le concedió porque la tradición todavía perdura. Hay muchas cosas más, que le piden a San Antonio, los visitantes, los cuales regresan al siguiente año, máxime si sus peticiones fueron cumplidas.

---