Las parteras, figuras de confianza en la vida de muchas familias, enfrentan una responsabilidad inmensa. En Arizona, la historia de Sarah Kankiewicz nos recuerda la fragilidad de esa confianza y las consecuencias que conlleva su ruptura. Kankiewicz, quien ejerció como partera, se vio envuelta en un escándalo que terminó con un acuerdo legal.
La historia, que empezó en junio con la renuncia de Kankiewicz a su licencia por irregularidades en su atención, tomó un giro dramático con la muerte de una madre y su bebé durante un parto en casa que la partera dirigió. La tragedia resonó en la comunidad y motivó al estado a tomar acción.
Las autoridades, ante la gravedad de los hechos, presentaron una demanda en contra de Kankiewicz, acusándola de seguir atendiendo pacientes, incluso realizando análisis de laboratorio, a pesar de haber perdido su licencia. El jueves pasado, un nuevo capítulo se escribió en la historia de Kankiewicz.
La ex partera llegó a un acuerdo con la Oficina del Fiscal General de Arizona, pactando que no podrá ejercer como partera ni brindar atención médica a embarazadas y recién nacidos. El acuerdo, que aún espera la aprobación de un juez, podría tener vigencia por 15 años o de manera permanente.
En este acuerdo, el Departamento de Servicios de Salud de Arizona puede citar a Kankiewicz para que entregue documentos y pruebas, una medida que busca prevenir una reincidencia. Esta historia nos recuerda que la confianza es un bien preciado que se debe defender con responsabilidad, especialmente en el ámbito de la salud.