Rusty Spoke, una organización sin fines de lucro, se alza como un faro para los habitantes de la ciudad que se enfrentan a la realidad de la indigencia. Para muchos de ellos, una bicicleta es su única forma de transporte, una herramienta vital para acceder a oportunidades y escapar de la incertidumbre. Pero un neumático pinchado, una cadena rota o una pieza desgastada pueden convertirse en un obstáculo monumental.
Rusty Spoke ofrece un espacio seguro y accesible donde las personas pueden reparar sus bicicletas de forma gratuita o trabajar para ganarse una nueva. “Muchos de nuestros clientes no pueden pagar el autobús, o caminan, y esto les da una opción”, explica Bill McComas, miembro de la junta directiva de la organización.
El taller es un lugar vibrante donde la solidaridad se traduce en acciones concretas. Cada pieza tiene un valor y una equivalencia en tiempo trabajado.
Las piezas usadas, excepto las de alta gama, tienen un precio en dólares y un valor en tiempo, así que alguien que necesita un neumático puede pagar cinco dólares o trabajar 20 minutos, y si no sabe cómo hacerlo, puede utilizar nuestro equipo, agrega McComas.
Thomas Hunts, un voluntario que lleva siete años en el taller, conoce de primera mano el impacto de Rusty Spoke. “Me ayudó en un momento en que no tenía coche, y ahora quiero retribuir”, comenta. Hunts, como muchos otros, ha encontrado en Rusty Spoke un lugar de apoyo mutuo y un espacio donde las habilidades se comparten y la necesidad se alivia.
Rusty Spoke no solo recicla bicicletas viejas, sino que también fomenta la productividad y la movilidad. “Gracias a la bicicleta, pueden conseguir trabajo y dejar de vivir en la calle”, concluye Hunts.