El músico, pieza clave en la reunión de los hermanos Gallagher, aterrizó en la CDMX con la discreción de una estrella que conoce el peso de su legado. Las redes estallaron no solo por su llegada, sino por lo que representa: el preludio de dos noches que prometen cerrar ciclos para una generación que creció entre riffes de "Wonderwall" y coros de "Don't Look Back in Anger".
Entre los cientos de comentarios destacan:
- "Bonehead hermano, ya eres mexicano" (con 12K likes en 3 horas)
- Invitaciones a tacos de Neza y pozole patriótico para el 15 de septiembre
- Una curiosa campaña para evitar su paso por programas matutinos
Pero el ritual más revelador ocurrió frente al
Tláloc del Museo de Antropología, donde fans dejaron ofrendas inusuales:
pulseras tejidas con pedidos específicos:
"Que no llueva el 12 y 13 como en Knebworth 96". Un guiño a la mitología concertera que sólo los devotos del
britpop entenderían.
Detrás de la euforia hay datos que contextualizan el fenómeno:
- Arthurs fue el puente definitivo en la reconciliación Gallagher
- Su guitarra en "Supersonic" sigue siendo sampleada por bandas emergentes
- El 78% de los boletos vendidos corresponden a público entre 30-45 años
Mientras el
Estadio GNP Seguros afina detalles logísticos para albergar a 65 mil personas por noche, las calles aledañas ya respiran
ambiente de peregrinación musical. Desde vendedores ambulantes preparando playeras piratas con la frase
"México Definitely Maybe", hasta taxistas memorizando las rutas alternas para esquivar el caos vial que generará esta
segunda venida del britpop.
Lo que comenzó como un simple post en redes ahora tiene el peso de un evento cultural generacional. No es solo un concierto: es la materialización de una nostalgia que lleva 25 años esperando este reencuentro, con Bonehead como testigo privilegiado de cómo México convierte cada presentación en mitología.
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