Aunque el expresidente no mencionó directamente el nombre de su sucesor, sus palabras resonaron con una ironía tan mordaz que nadie pudo dudar a quién se refería. En un mitin organizado para apoyar a la vicepresidenta Kamala Harris, Obama, con su característico aplomo, se dirigió a una multitud de 7,000 personas. Su objetivo: desmontar la imagen de Trump como líder.
"No necesitamos ver una versión más descontrolada de Trump", dijo Obama con una sonrisa, haciendo referencia a un reciente evento público donde el exmandatario, en lugar de responder preguntas, se dedicó a bailar al ritmo de la música. La multitud, a la que se sumó el propio Obama, se contagió del humor del discurso.
"Si tu abuelo actuara de esa manera, estarías preocupado", comentó el expresidente, haciendo alusión a las conductas erráticas de Trump en los últimos tiempos. Sus palabras no solo causaron risas, sino que destacaron la preocupación por la salud mental de Trump, una cuestión que ha estado en el centro de la atención pública en los últimos años.
Obama, sin abandonar su tono irónico, aprovechó la ocasión para hacer un llamado a la acción: "No podemos permitirnos el lujo de quedarnos en casa el día de las elecciones", dijo. El futuro del país, según él, depende de la movilización ciudadana.
Este evento, que forma parte de una gira de seis días por estados clave, marca un cambio en la estrategia del expresidente, quien ha pasado de ser un aliado tras bambalinas a un actor principal en la campaña demócrata. Su discurso, una mezcla de humor, crítica y apelo a la participación ciudadana, parece haber calado hondo en la opinión pública.
"Me gusta verlo así, ya era hora de que dijera lo que piensa de manera más abierta", comentó Barbara Mosley, una profesora jubilada de Arizona, reflejando el sentimiento de muchos asistentes al evento.