La investigación científica se ha centrado en el agua, pero un nuevo estudio está explorando el impacto de estas toxinas cuando se convierten en aerosoles, es decir, cuando flotan en el aire.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Toledo, liderado por Steven Haller y David Kennedy, está llevando a cabo experimentos para analizar el comportamiento de la microcistina, una toxina producida por las algas. Su trabajo se centra en los efectos de esta toxina en las personas, especialmente en aquellos con condiciones de salud como el asma.
¿Cómo llega la microcistina al aire? Las olas golpeando las rocas, los barcos surcando el lago, incluso las personas jugando en el agua, pueden generar aerosoles que transportan la toxina. Haller y Kennedy están estudiando el impacto de estos aerosoles en las células pulmonares.
Los resultados iniciales son preocupantes. Los experimentos muestran que la exposición a la microcistina en forma de aerosol incrementa la inflamación en las células pulmonares, particularmente en personas con asma.
"Hemos demostrado que la exposición a la microcistina agrava el proceso de la enfermedad en todos esos casos," comentó Haller, haciendo referencia a las afecciones en el hígado, intestino o pulmones.
El equipo también está trabajando con la Universidad de Michigan en un estudio a largo plazo, donde se analizará a 200 personas para determinar si las floraciones de algas tienen impacto en su salud. "Esperamos poder proporcionar respuestas claras sobre si existe o no un efecto," explicó Haller.
A medida que el lago Erie se convierte en un foco de atención para la investigación científica, la pregunta sigue siendo: ¿cómo podemos proteger nuestra salud mientras disfrutamos de los beneficios del lago? La respuesta aún no es clara, pero la investigación de Haller y Kennedy nos da una idea del peligro invisible que acecha en el aire.