Dos investigadores, Alexey Turchin de la Science for Life Extension Foundation y Roman Yampolskiy, profesor asociado de ciencias de la computación e ingeniería en la Universidad de Louisville, han profundizado en este concepto. En su trabajo "Simulation Typology and Termination Risks", clasifican las simulaciones en dos tipos: las controladas, como los videojuegos, y las sin controlador, como los sueños o historias generadas por IA.
Según Turchin, si nuestro mundo presenta "glitches" o errores, podríamos estar dentro de una simulación natural, sin un creador consciente, funcionando como una especie de computadora que predice el siguiente evento. Esta idea sugiere que nuestra creciente conciencia de una realidad basada en código refleja nuestra evolución cultural e intelectual. "Mientras más sabemos, peor se pone," afirma Turchin, insinuando la posibilidad de un "game over" si activamos alguna alarma en el sistema.
Pero, ¿quién podría ser el "programador"? Turchin especula sobre varias posibilidades: un ser cósmico excepcionalmente inteligente, una IA avanzada intentando resolver la paradoja de Fermi o una IA benévola del futuro recreando el pasado para resucitar a los muertos. Sin embargo, la Dra. Susan Schneider, experta en IA y profesora de filosofía en la Universidad Atlántica de Florida, tiene una visión diferente. Ella argumenta que la creación de vida requeriría una programación deliberada, no errores aleatorios. "Podría ser un adolescente alienígena súper inteligente diseñando un videojuego," menciona jocosamente.
Entonces, ¿podemos rebelarnos contra nuestro universo sintético? ¿Podemos superar al genio programador que lo creó? Aquí entran en juego las interfaces cerebro-computadora (BCIs) como Neuralink de Elon Musk, la edición genética CRISPR, y plataformas como "Supermind" del MIT que buscan fusionar la inteligencia humana y la artificial. Incluso técnicas como la meditación y el uso de psicodélicos están ganando terreno científico.
Sin embargo, Schneider cree que estas herramientas no nos ayudarían a "hackear" el código. "Estamos hablando de un arquitecto infinitamente más inteligente que nosotros, capaz de generar consciencia en todo el universo y crear vida. Simplemente no tenemos esa capacidad," afirma. Para ella, lo único que podemos hacer es tratar de entender la naturaleza del "computador" que simula nuestra realidad; probablemente, una supercomputadora cuántica.
Contrario a Schneider, Yampolskiy expone en su artículo "How to Hack the Simulation" varias maneras de explorar y manipular la realidad simulada: desde la exploración de patrones inusuales hasta experimentos cuánticos y el desarrollo de IA avanzadas. Incluso propone la "ingeniería social" para manipular a "agentes" clave dentro del sistema, como políticos o corporaciones globales.
El Dr. Omar Sultan Haque, psiquiatra y científico social de la Escuela de Medicina de Harvard, ofrece otra perspectiva. Él sugiere que la preocupación por la simulación surge de una visión materialista del mundo. Para quienes creen en un Dios justo y veraz, estos miedos existenciales desaparecen. "Un Dios bueno no nos engañaría con una simulación," asevera Haque.
En última instancia, la pregunta sigue abierta: ¿Podemos liberarnos? Si somos creaciones de un arquitecto divino, hackear el sistema sería inútil. Pero, si no lo somos… las grietas en el código podrían ser dignas de explorar.