NUEVA YORK, NY
El serbio se consolidó como el número uno del tenis mundial.
Nadie podía con Novak Djokovic. Muchos dudaban que Roger Federer volvería a ganar un Grand Slam. Rafael Nadal y sus problemas físicos se acentuaban. Y Andy Murray lucía lejos de estar a la par de los tres grandes del tenis masculino.
Diciembre de 2012. Djokovic sigue siendo el número uno tras otra brillante temporada. Federer ganó por séptima vez en Wimbledon, extendió a 17 su récord de títulos de Grand Slam y se encaramó en la cima del ránking durante buena parte del año. Nadal fijó una plusmarca con una séptima conquista en el Abierto de Francia, pero no ha vuelto a jugar desde que sucumbió ante el ignoto Lukas Rosol en la seguna ronda de Wimbledon debido a una lesión en la rodilla izquierda. Y Murray finalmente rompió el maleficio al salir triunfante del Abierto de Estados Unidos para su primera corona de Grand Slam tras cuatro derrotas en finales.
La conclusión es que el grado de competencia en esta época dorada que vive el tenis sigue muy elevado y reñido. Hoy le puede tocar a Djokovic, mañana puede ser el turno de Murray. Federer siempre tiene una carta guardada y todos están pendientes de la recuperación de Nadal. Y resta por ver si Juan Martín Del Potro finalmente se abre paso entre los cuatro.
El panorama dentro del circuito femenino es cristalino: Serena Williams confirmó que cuando se lo propone —o sea, cuando se presenta a jugar en serio y en buenas condiciones físicas— no tiene quien le haga sombra, y realmente no importa lo que digan los ránkings. Ciertamente, Victoria Azarenka tiene el talento y pundonor para plantar oposición y Maria Sharapova ha vuelto a ser una protagonista consistente tras domar problemas con su hombro.
Williams acumuló una marca de 48-2 en los últimos siete meses, con un doblete Wimbledon-US Open que le permitió elevar a 15 su cosecha de títulos en los Grand Slams, y un par de oros olímpicos en Wimbledon.
“Sin querer ser demasiado fanfarrona, si estoy jugando y las cosas me salen, es bastante difícil que me puedan ganar”, dijo Serena. “Y yo detesto perder”.
Los títulos de las cuatro grandes citas fueron repartidos equitativamente entre el cuarteto de arriba.
Algunos apuntan a Murray como el jugador del año, al sumarle a su contabilidad el oro olímpico en individuales y el convertirse en el primer varón británico en ganar un Slam desde Fred Perry en 1936.
Pero no se puede obviar a Djokovic, quien venía precedido de un 2011 en el que ganó tres títulos de Slam, tejió una racha de 43 victorias y terminó con marca de 70-6.
Superar o igualar semejantes números es imposible, lo cual efectivamente opaca los méritos del serbio esta campaña, en la que alcanzó tres finales de Slam (venció a Nadal en una extenuante final en Australia; y perdió ante el español en Francia y luego contra Murray en el US Open) y sumó más victorias que el año previo (75). Coronó el año despachando en dos sets a Federer en la final de la Copa Masters.
“Ha sido un año muy largo, han sido dos años muy largos, pero muy exitosos”, valoró Djokovic. “No sabía cómo iba a seguir tras ese increíble 2011, pero me convencí de que tenía que aprovechar este gran momento por el cual estoy pasando, con el mejor tenis de mi vida”.