NUEVA YORK, NY
Samuel Sosa es una de los íconos de la era de los esteroides, las fotos lo delatan.
Las fotos del antes y el después lo dicen todo. Y explican por qué Samuel Sosa no será elevado al Salón de la Fama el miércoles, y posiblemente nunca.
El contraste entre el físico de Sosa antes de la era de los esteroides y su físico en pleno apogeo del uso de esas sustancias prohibidas es sorprendente. Tal vez el más notable entre los peloteros de esa época.
Tal contraste físico refleja también, por otro lado, una enorme diferencia en las estadísticas del dominicano antes y después.
Entre 1998 y 2002, Sosa disparó 292 de los 609 jonrones que acumuló en su carrera. Nadie en la historia del beisbol de Grandes Ligas ha pegado tantos cuadrangulares en un lapso de cinco años. No hay otro pelotero con tres temporadas de 60 jonrones o más, como hizo Sosa en 1998, 1999 y 2001.
El más simbólico de esos años fue 1998, en el que Sosa se enfrascó en una pulseada memorable con Mark McGwire, quien trituró el récord de 61 jonrones en una campaña que Roger Maris había fijado en 1961. Esa gesta sirvió para reconciliar a los fanáticos con el beisbol de Grandes Ligas tras la huelga que dio al traste con la Serie Mundial de 1994.
Pero Sosa fue en otros años un jugador común y corriente, con números que no se ajustan a los estándares del Salón de la Fama. Apenas conectó 36 jonrones entre 1989 y 1992 con los Medias Blancas y Cachorros de Chicago. Su .OBP (embasado más slugging acumulado) entre 1990-96 fue de .783. ¿El de 1998-02? 1.046.
La candidatura de Sosa a Cooperstown esencialmente se fundamenta en los batazos de larga distancia, ayudado por ser el ocupante del octavo lugar en la lista histórica.
Su prodigiosa producción ofensiva le convirtió en uno de los jugadores más populares, saliendo en anuncios comerciales de sodas, comida rápida y juegos de video.
De ser uno de los jugadores más productivos de ese período 1998-2002, Sosa parece remar contra la corriente. Ahora puede cruzar los dedos para seguir vigente en las próximas votaciones.
El nombre de Sosa se somete por primera vez en la votación de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica, y está salpicado con las sospechas de consumo de esteroides que persiguen a Barry Bonds y Roger Clemens.
Sosa siempre ha insistido que nunca empleó esteroides, pero el diario The New York Times informó en 2009 que el nombre del dominicano figuró entre los 104 casos positivos que se detectaron en 2003.