CHICAGO, ILL
En el momento que se comenzaba a pensar que nada podía detener a Miguel Cabrera y a su arrollador avance ofensivo reapareció la lesión que lo afectó hace poco menos de un mes, en el músculo flexor izquierdo de su cadera.
Aunque no lo parezca en el terreno de juego, Cabrera también es humano y no es inmune a los males que acechan y atacan a las condiciones físicas de todos peloteros durante los rigores de una temporada de Grandes Ligas.
“Las lesiones son la piedrita en el zapato de todo pelotero, porque uno puede estar bien hoy, pero nunca sabe lo que puede pasar el día de mañana y por eso es que uno tiene que ser bien agradecido cuando uno está jugando y tratar de disfrutar el momento cuando está jugando. Pienso que es una bendición el estar todos los días en el terreno de juego.