El encuentro estuvo marcado por la intensidad y la impredecible naturaleza del juego. Popyrin, con un estilo agresivo y de alto riesgo, no se amilanó ante la reputación de Medvedev. A pesar de haber perdido sus tres anteriores enfrentamientos contra el ruso, Popyrin demostró un nivel de juego excepcional, llenando de incertidumbre el desenlace del partido.
Fue en el set decisivo donde la tensión se apoderó del encuentro. Medvedev, conocido por su consistencia y mentalidad fría, se encontró abajo 4-1. Sin embargo, su tenacidad le permitió remontar y obligar a disputar un desempate. En este punto crucial, Popyrin se mostró más agresivo, aprovechando los errores del ruso.
Finalmente, un doble-falta de Medvedev le entregó el punto de partido a Popyrin, quien lo aprovechó con una precisa definición en la red. El australiano, con un rostro marcado por la emoción y el esfuerzo, había logrado una victoria histórica contra un rival de la talla de Medvedev. La sorpresa resonaba en la cancha, mientras el público atónito presenciaba el triunfo de Popyrin.