La noticia, aunque triste, resuena con fuerza en los corazones de quienes siguieron su trayectoria, una trayectoria llena de logros y momentos inolvidables. Hablamos de un jugador que trascendió la cancha.
Su nombre: Dick Van Arsdale. Un jugador de 6 pies y 5 pulgadas que dejó su huella en la NBA, un jugador que se convirtió en sinónimo de lealtad y excelencia. Los Phoenix Suns anunciaron el lunes el fallecimiento de este ícono, a la edad de 81 años, aunque las causas de su muerte no han sido reveladas por su familia.
Antes de unirse a los Suns, Van Arsdale pasó sus primeras tres temporadas en la NBA con los New York Knicks. Luego, en 1968, fue elegido por los Suns en el draft de expansión, marcando el inicio de una era dorada para la franquicia de Arizona. En el desierto, brilló como una estrella: tres selecciones al Juego de Estrellas, con un promedio de puntos que alcanzó su pico en la temporada 1970-71, con un impresionante promedio de 21.9 puntos por partido.
Pero su legado va más allá de las estadísticas. Formó parte del equipo de los Suns que llegó a las Finales de la NBA en 1976, aunque finalmente cayeron ante los Boston Celtics. Se retiró en 1977 como el máximo anotador de la franquicia, un récord que habla por sí solo de su dominio y constancia. Su trayectoria profesional continuó incluso tras su retiro, ocupando distintos cargos dentro de la organización, incluyendo comentarista y ejecutivo.
Una parte importante de la historia de los Suns, y del baloncesto en general, se ha ido. Su legado se mantiene vivo, no solo en los anales de la NBA, sino también en el corazón de su hermano gemelo, Tom Van Arsdale, también un tres veces All-Star de la NBA, quien compartió la cancha con él en Phoenix durante la temporada 1976-77. "Una pérdida irreparable para el baloncesto", podrían decir muchos.
Su historia trasciende las canchas, dejando un ejemplo a seguir para las futuras generaciones de basquetbolistas. Un recuerdo imborrable que permanecerá en la memoria colectiva de los amantes del deporte ráfaga.