Hablamos, claro está, de Stephen Curry, el astro de los Golden State Warriors, quien a sus casi 37 años (cumple en marzo) comienza a escuchar, en sus propias palabras, "el ruido del reloj". Con 16 temporadas en la NBA a sus espaldas, sumadas a tres más en la NCAA, su leyenda está escrita a fuego, pero la realidad es que la cuenta regresiva ya comenzó.
A pesar de promediar 22.5 puntos y 6.3 asistencias por partido, con un 42% de acierto en triples, la situación de los Warriors no es la ideal. Con un balance negativo (13 victorias y 15 derrotas), el equipo no se acerca al nivel que le permitiría aspirar a un título sin un desgaste excesivo de su estrella. El equipo, sin Klay Thompson y con jóvenes como Jonathan Kuminga, Moses Moody y Jordan Poole (algunos ya fuera de la franquicia) que no han logrado suplir la ausencia de sus compañeros estelares, se enfrenta a un futuro incierto.
Las lesiones, otro enemigo implacable, han golpeado a Curry, quien ha pasado por el quirófano en varias ocasiones. Su longevidad no se basa en una constitución física privilegiada, sino en una técnica depurada, lo que exige un cuidado extremo. Como él mismo lo relata a ESPN: su rutina diaria incluye "más de tres horas entre entrenamientos, masajes y baños de agua fría y caliente, lo que llama 'El lavado completo del automóvil'".
Steve Kerr, entrenador de los Warriors, es consciente de la situación: "Estoy admitiendo que una gran parte de mi trabajo es no desgastar del todo a Steph. Estoy haciendo esto hace años", afirma. A pesar del potencial del equipo, Kerr reconoce que todavía no están a la altura de un aspirante al título: "Este equipo tiene potencial de ser un equipo como para campeón, pero todavía no lo es."
Curry, por su parte, aún mantiene la llama de la competición encendida. Quiere "al menos un (título) más del que hablar". Su contrato actual se extiende hasta unos meses después de cumplir los 39 años, tiempo suficiente para perseguir su quinto anillo. Sin embargo, el camino no parece sencillo. El panorama actual de los Warriors, lleno de incertidumbre, deja abierto el interrogante: ¿Podrá Curry alcanzar su objetivo?