Una ciudad que vibra con la historia de sus equipos, sus jugadores y, sobre todo, con sus leyendas.
El jueves por la mañana, una noticia inesperada cayó como un jonrón sin avisar: Bob Uecker, ícono del béisbol y querido por generaciones de aficionados, falleció a los 90 años. La familia Uecker confirmó la triste noticia, revelando que llevaba luchando contra un cáncer de pulmón de células pequeñas desde principios de 2023. “Incluso frente a este desafío, su entusiasmo por la vida siempre estuvo presente, nunca permitiendo que su espíritu flaqueara”, se lee en el comunicado.
Más allá del dolor, la historia de Uecker es una oda a la resiliencia y al talento. Su carrera, lejos de ser un home run desde el inicio, fue un ejemplo de cómo la perseverancia puede convertir una modesta trayectoria en leyenda. Si bien su promedio de bateo en las Grandes Ligas apenas rozó los .200, su ingenio y carisma lo catapultaron a la fama.
Nacido y criado en Milwaukee, Uecker forjó un vínculo inquebrantable con la ciudad. Su trayectoria profesional comenzó en 1956 con los Bravos de Milwaukee, y luego de seis temporadas en las mayores con equipos como los Cardenales de San Luis (con quienes ganó una Serie Mundial en 1964), Atlanta y Filadelfia, encontró su verdadera vocación.
Su amistad con Bud Selig, expropietario de los Cerveceros y comisionado de MLB, fue crucial. Selig lo reclutó como scout y, posteriormente, lo llevó a la cabina de transmisión en 1971, convirtiendo a Uecker en la voz de los Cerveceros durante 54 temporadas. Un récord que pocos pueden igualar.
Pero su talento no se limitó al terreno deportivo. Su debut como comediante en 1969, abriendo para Don Rickles, lo condujo a "The Tonight Show" con Johnny Carson, quien lo apodó "Mr. Baseball", un sobrenombre que se quedó para siempre. Sus más de 100 apariciones en el programa consolidaron su imagen en el panorama televisivo.
Su éxito en la comedia no opacó su pasión por la narración. Se convirtió en uno de los primeros comentaristas en las transmisiones nacionales de televisión con ABC en la década de 1970, y su participación en las películas "Major League" (1989) y "Major League II" (1994) lo inmortalizaron en la pantalla grande. Incluso el American Family Field, estadio de los Cerveceros, cuenta con dos estatuas en su honor.
Uecker, reconocido con el premio Ford C. Frick del Salón de la Fama en 2003, dejó una huella imborrable en el béisbol y en el corazón de los aficionados. Su legado trasciende las estadísticas, encarna la esencia misma del espíritu deportivo y el cariño por una ciudad.
Más allá de los logros, Bob Uecker dejó un vacío difícil de llenar. Un vacío que solo puede ser consolado por el eco perdurable de sus risas, sus anécdotas y su inolvidable voz en la memoria colectiva de Milwaukee y todos los amantes del béisbol.