Roland Garros: La presión del público francés, un arma de doble filo

Pero esta intensidad, para algunos, se convierte en algo más que pasión.
Hablamos de la presión que sufren los tenistas visitantes ante el fervor —a veces, excesivo— del público francés. Nombres como Nicolás Jarry se han visto envueltos en la polémica, describiendo su experiencia del año pasado como “Repugnante. La peor experiencia de mi vida”. El chileno responsabilizó a Corentin Moutet por el hostigamiento recibido por la audiencia, un clima enrarecido que, según Jarry, contrastó con su encuentro posterior con Arthur Fils, al que calificó de "buen tipo" y "caballero".
Incluso figuras de la talla de Novak Djokovic han reconocido la particularidad de la afición parisina: “Aquí en Francia, comparado con otros Slams, la gente es más ruidosa y apasionada y simplemente da más apoyo… un apoyo más fuerte, más energía a su jugador, lo cual para algunos (oponentes) puede ser molesto”. El serbio, quien se enfrentó a Moutet en la segunda ronda, reconoció que la situación es parte del juego, pero que el apoyo de la multitud puede llegar a ser abrumador.
La directora del torneo, Amélie Mauresmo, ha tomado cartas en el asunto, reforzando la seguridad y otorgando mayor poder a los jueces de silla para intervenir ante comportamientos inaceptables. Medidas necesarias ante incidentes como los abucheos recibidos por Jakub Mensík, quien incluso llegó a bromear con la multitud durante su partido contra Alexandre Müller, dirigiendo a los abucheadores con el dedo como una batuta, un gesto aprendido del mismo Djokovic.
Sin embargo, no todos ven la situación de la misma manera. Elise Mertens, por ejemplo, considera que el fervor del público es parte del deporte: “Eso es parte del tenis, especialmente aquí. Mi oponente tenía a sus fans aquí; yo tengo los míos en Bélgica. Es normal”. Esta diversidad de perspectivas refleja la complejidad de la situación, donde el apoyo incondicional a los jugadores locales puede cruzar la línea entre la pasión y la falta de respeto.
La presión sobre los tenistas franceses es inmensa. Han pasado 25 años desde que una mujer francesa ganó Roland Garros (Mary Pierce en 2000) y 42 años desde que un hombre lo logró (Yannick Noah en 1983). Moutet lo resume así: “Cuando pierdes, ‘apestas’. Cuando ganas, eres el ‘Rey del Mundo’”. Un estudiante de secundaria, Nathan Fhima, refleja el anhelo de la afición local: “Tenemos que alentarlos, porque de lo contrario no pasará mucho… Tal vez ese ruido lleve a un campeón local a la victoria nuevamente. Tenemos que creer”.
El Abierto de Francia, más allá de los resultados, revela una compleja interacción entre la pasión del público, la presión sobre los jugadores y la búsqueda de un equilibrio entre el fervor y el respeto.