María Sharápova y los gemelos Bryan ingresan al Salón de la Fama del tenis

María Sharápova, la icónica tenista rusa, cruzó el umbral del Salón de la Fama del Tenis Internacional con esa mezcla de elegancia y ferocidad que la caracterizó dentro y fuera de la cancha. "Cada cicatriz en mi hombro, cada madrugada de entrenamiento en Florida, cada lágrima tras una derrota... hoy tienen sentido", confesó durante un recorrido privado por el remodelado museo en Newport. Su legado no se mide solo en los cinco Grand Slams (incluyendo ese Wimbledon 2004 donde destronó a Serena Williams con solo 17 años), sino en cómo convirtió cada revés en combustible.
Detrás de la gloria, su trayectoria tuvo sombras: la suspensión por meldonio en 2016 —que ella siempre atribuyó a un error administrativo— y las recurrentes lesiones que aceleraron su retiro en 2020. Sin embargo, el veredicto final lo dio el Tribunal de Arbitraje Deportivo al reducir su sanción original, reconociendo falta de intencionalidad. Hoy, entre las vitrinas que exhiben sus raquetas y los vestidos que usó en Roland Garros, Sharápova parece haber encontrado paz: "Esto no es un punto final, sino un puente entre lo que fui y lo que sigo construyendo".
En la misma ceremonia, los gemelos Bob y Mike Bryan recibieron su lugar entre las leyendas tras una carrera que reescribió el libro de los dobles masculinos:
Entre las reliquias que ahora comparten espacio con las de Borg y Navratilova, hay un detalle que resume el espíritu de estos atletas: la raqueta con la que Sharápova venció a Williams en Wimbledon tiene grabadas las coordenadas de Sochi, donde años después caería ante la misma rival en la final olímpica. Derrota y triunfo, eternamente entrelazados.