Oklahoma City huele a repetición con fórmula ganadora intacta

Shai Gilgeous-Alexander, con el anillo de campeón aún brillando en su mano, prefiere hablar de rutinas que de legados. "Lo que nos trajo hasta aquí no fue magia, fue levantarnos cada mañana con la misma hambre", confiesa el base canadiense mientras ajusta la muñequera negra que ya es parte de su identidad.
Los números avalan su discurso: 68 victorias en temporada regular, un MVP y un título que silenció a quienes los veían como "el experimento de pequeños mercados". Pero lo más peligroso para sus rivales está en lo que no se ve. Jalen Williams, convertido en All-Star a los 24 años, lleva vendada la muñeca izquierda tras una cirugía posplayoffs. "Cuando juegas con dolor, aprendes que los límites son mentales", suelta el alero mientras revisa videos de entrenamiento en su iPad.
La estadística más reveladora podría estar en un detalle que pasa desapercibido: el quinteto titular acumuló 82 juegos juntos la temporada pasada, récord en la era moderna. Mientras otros equipos fichan estrellas, Oklahoma City apuesta a la química. Mark Daigneault, el entrenador del año, ya tiene instalados seis proyectores 4K en el gimnasio del equipo. No para ver highlights, sino para analizar cada posesión defensiva del campeonato.
En las oficinas del Paycom Center guardan un dato curioso: el 73% de sus puntos en playoffs vinieron de jugadores formados en la organización. Una filosofía que ahora los pone ante un desafío histórico: convertirse en el primer equipo desde los Warriors de 2018 en repetir título sin añadir All-Stars. Mientras el ruido mediático crece, Gilgeous-Alexander sigue llegando al gimnasio a las 5:17 AM. Exactamente como hace tres años, cuando Oklahoma ni siquiera calificaba a postemporada.