México, DF
A pesar de críticas e intentos de censura, tienen más audiencia que las telenovelas tradicionales.
Sus niveles de audiencia han alcanzado a los de las telenovelas convencionales que se transmiten en el prime time del Canal 2. Son las historias sobre narcotráfico, una especie de subgénero que desde hace seis años ya tienen un lugar en el gusto de los televidentes mexicanos.
La mayoría son producciones de Colombia, quien estrenó su primera historia, Pandillas de guerra y paz, en 1999, y se proyectan en horarios nocturnos a través de canales de paga y el abierto Galavisión, de Televisa.
Sin Tetas no hay paraíso llegó a México en 2006; desde el título ya generaba polémica. Desde entonces son seis historias las que se han transmitido (una por año): Rosario Tijeras, La Reina del Sur, El cártel de los sapos 1 y 2, y Pablo, el patrón del mal. México ha aportado dos historias: Entre líneas, de Canal Once, que fue enlatada tres años y apenas fue estrenada este 2012, y La Ruta Blanca, de Cadena 3, también de este año.
El argumento es simple para sus programadores: son historias que, consideran, le gustan al público, justifica Manuel Blanco, director general comercial de Televisa T.V. de paga.
“Las telenovelas funcionan siempre y cuando la gente las vea; si las ve es porque les gusta la trama, la manera en que se cuentan las historias y por el elenco”, señala el ejecutivo. Karen Barrueta, vicepresidente senior internacional de Cablevisión, hace a un lado la temática y apunta que su éxito se debe a que se basan en bestsellers.