México, DF
Polémica que causó en los famosos: entre el dueto y el odio.
“¡Lástima que seas ajena!”, cantó Hugo Chávez el 12 de septiembre de 2012. “Lástima que llego tarde y no tengo llave para abrir tu cuerpo”, secundó Vicente Fernández.
Ese día, el entonces presidente venezolano, fallecido ayer, le entregó la Orden de los Libertadores y no fue el único verso que entonó. Cuando ya “Chente” se despedía de la ceremonia, Chávez entonó “Ay Jalisco no te rajes”.
Igual que en la política, Hugo Chávez tuvo en el medio artístico personajes que le hicieron segunda y otros que, como el rey Juan Carlos de España, hacían todo por callarlo.
En el grupo de detractores sobresale María Conchita Alonso, quien le dijo “loco” y “peligroso” y que le gustaría verlo en la cárcel. La cantante y actriz cubana y nacionalizada estadounidense llevaba un lustro reuniendo fondos para filmar un documental que, decía, “desenmascararía” a Hugo Chávez.
Así como socialmente la polarización entre seguidores y detractores del fallecido ex presidente venezolano provocaba enfrentamientos, en el medio artístico sucedieron duelos públicos.
“¡Cerda!”, le gritó el actor hollywoodense Sean Penn a la misma María Cochita en un aeropuerto. “Comunista de mierda”, respondió ella.
Hugo Chávez tuvo en Hollywood su brazo artístico más fuerte. El activismo de Sean Penn lo llevó incluso a participar en una campaña por la salud en Venezuela pero a él se sumaron los cineastas Michael Moore y Oliver Stone, quien llegó a filmar un documental para descubrir quién era Hugo Chávez realmente.
La respuesta que encontró Stone fue unilateral: “Creo que es una figura extremadamente dinámica y carismática. Es abierta y acogedor. Un gran personaje, fascinante. Pero cuando vuelvo a los Estados Unidos, sigo escuchando esos cuentos de terror en los que se le llama dictador, el malo de la película, una amenaza para la sociedad americana”.
Pero no sólo la farándula de Estados Unidos polemizaba sobre el chavismo.
En España, Alejandro Sanz provocó con una breve declaración de cuatro palabras (“Chávez no me gusta”) una retórica respuesta de dos cuartillas de parte del político venezolano, quien le aconsejó que escuchara a Atahualpa Yupanqui, que buscara la canción “Sólo le pido a Dios” en voz de Mercedes Sosa, que investigara la vida y obra de Víctor Jara y, finalmente, que se animara a escribir una canción “de las miserias del mundo”.
Era evidente que a Chávez le gustaba aprovechar cuando los reflectores de los famosos apuntaban también hacia él. Y no sólo porque le permitían hacer político, sino también porque daba rienda suelta a sus impulsos artísticos.
Mucho ante de que cantara con Vicente Fernández, Hugo Chávez sorprendía en mítines en ciudades y comunidades venezolanas con algún canto llanero, la música típica del folklore venezolano. Y tocaba la guitarra. Tanto era su gusto por este instrumento que una noche de marzo de 2011, se apropió de una guitarra que había autografiado Shakira. Y luego apreció en su programa (Aló presidente) para contar que la cantante se la había regalado.
Falso. La propia oficina de Shakira aclaró que la colombiana había firmado seis guitarras durante un concierto en Venezuela pero que nunca supo que una de ellas era para Hugo Chávez.
Incluso ya enfermo y en la última etapa de su vida, Hugo Chávez tuvo un último detractor: Willie Colón. El salsero de origen puertorriqueño escribió el tuit: “Dios bendiga a Venezuela que tiene ahora dos presidentes... uno maduro y el otro podrido”, en alusión a Nicolás Maduro, vicepresidente que asumió las decisiones de gobierno.
A falta de Chávez (que no obviamente no pudo contestarle como lo hizo a Alejandro Sanz), fue la ministra venezolana para Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, la que respondió aunque sin la retórica del ex presidente, sino con un simple: “Es usted un segundón fracasado”.