Los Ángeles
El héroe de los X-Men regresa con The Wolverine, su icónica historia japonesa rescatada del cómic por Hugh Jackman, que por primera vez exhibe tiritas junto a las garras, como explicó en Londres.
La misión de Japón es la trama más conocida y definitoria de su carácter en los cómics, pero ha permanecido ajena al cine hasta que su protagonista decidió bucear en las viñetas, como reconoció el actor en la presentación mundial de la película.
“Cuando empecé a mirar los cómics con más detenimiento, de lejos lo más excepcional era la historia de samuráis, y en el momento que lo leí pensé que iba a ser una gran película”, explicó Jackman, de 44 años, que se enfunda por sexta vez las garras de adamantium tras cinco entregas y un cameo a sus espaldas.
Aunque es el actor que más veces ha interpretado el mismo héroe, tanto él como el director, James Mangold, coinciden en que aún hay espacio para innovar en esta cinta “con menos humor” que le presenta por primera vez vulnerable al perder parte de sus poderes de curación, lo que le llevará a recurrir a suturas, tiritas y vendas.
“Creo que los fans pedían un personaje más intenso y oscuro, y creo que los cambios que hemos introducido serán abrazados por el público”, afirmó Mangold, que incluyó hasta “otro corte de pelo” al personaje.
“Lobezno inmortal” recoge la historia de Logan justo donde terminó en la última entrega de X-Men y presenta al héroe devastado por la muerte de Jean Grey, a la que recuerda mientras vive escondido en la montaña sin dejarse ver por la civilización.
Su aislamiento termina con la llegada de un encargo especial: Wolverine deberá viajar a Japón para despedirse del moribundo Yashida (Haruhiko Yamanouchi), soldado al que Logan conoció en la II Guerra Mundial y convertido ahora en un importante magnate.
Para agradecer que le salvara la vida en Nagasaki le ofrece un críptico regalo: el mutante podrá volverse mortal siempre y cuando se comprometa a proteger a la nieta de Yashida, Mariko (Tao Okamoto) , a la que la mafia japonesa quiere aniquilar.
“Es una película más compleja que las otras. Lo que hace más atractivo a Wolverine es que no es el más poderoso de los superhéroes y tiene muchas cualidades humanas.
Cuando lo miras con atención empiezas a preguntarte qué hay detrás, y eso es lo que exploramos en esta película”, resumió el protagonista.
Su primera aparición en el año 2000 en “X-Men”, que Jackman define como la precursora de la actual era cinematográfica de los superhéroes, presentó a un mutante sin memoria obsesionado por descubrir quién era, algo que espantó a Mangold, que como director afrontó su primera película del género con una visión muy personal.
“Creo que ya hemos tenido bastante amnesia en las películas. Todos los héroes buscan saber quiénes son, no podía aguantarlo más. Los personajes que saben quiénes son y de dónde viene su dolor son más interesantes para mí”, afirmó el director.
Tras trece años con el personaje Hugh Jackman reconoce que resulta cada vez más difícil volver a él para mostrar nuevos matices y poder mantener la forma física que ello exige, aunque subraya que todo ello resulta también “más divertido, si es que eso tiene sentido”.
Hablar de mutantes y sus problemas, apunta el actor, es también hablar de temas que afectan diariamente a las personas, como “la discriminación, la alienación o el hecho de sentirse diferente” , algo que explica, a su juicio, la fortaleza de la saga de Lobezno al margen de la escuela del Profesor X.
Mientras presenta en Londres las nuevas aventuras de Logan, las garras de Adamantium esperan en Canadá, donde continúa el rodaje de X-Men: Days of Future Past, la continuación de la precuela estrenada en 2011 y protagonizada por James McAvoy y Michael Fassbender, donde Jackman hizo un breve cameo.
“Tengo un papel definitivamente más largo que en ‘X-Men: First Class’, lo que no sería muy difícil. Si ves dónde acaba Lobezno esta película, es una buena pista para ver dónde empieza en la siguiente” adelantó el actor australiano.