Los Ángeles, Ca.
En 1977 el ‘Rey del Rock & Roll’ dejaba el estado terrenal para erigirse como un mito.
Hoy, hace justo 36 años, el 16 de agosto de 1977, el rock se enlutó con la muerte de su indiscutible rey. En ese entonces, a sus 42 años Elvis Presley sufría de diversas enfermedades, como glaucoma, hipertensión arterial, daños en el hígado y un colon amplio, un cuadro médico grave causado posiblemente por el consumo excesivo de drogas.
Su inquieta pelvis ya había desaparecido tras ganar decenas de kilos, y no sólo por ser una farmacia ambulante sino por su desmedido gusto por los sándwiches con mantequilla de maní, pero eso sí, su principal activo como artista, su rango vocal, permanecía incólume.
América ha aportado a la historia el básquet, la Coca-Cola, Mickey Mouse y Elvis Presley”, aseguró el escritor y crítico musical Jerry Hopkins.
En su mansión de Graceland, en Memphis, el Rey del Rock & Roll aquel día terminó postrado e inconsciente en el lustrado piso del baño y sin posibilidad de ser reanimado por los médicos que, a toda costa, buscaron hacer latir a un cansado, solitario y herido corazón, abatido desde hace cuatro años por el divorcio de su eterno amor: Priscilla Ann Beaulieu Wagner.
Los seis años de matrimonio (1967 a 1973) y su pequeña hija de nueve años, Lisa Marie, posiblemente sería los últimos recuerdos de uno de los hombres más famosos a lo largo y ancho del globo terráqueo durante el Siglo XX, que hacía delirar a las colegialas y a las no tanto, pero que vivía sólo en medio de la fastuosidad de Graceland, donde vivió desde los 22 años y donde descansan sus restos desde hace 36.
Pues, como dijera la célebre frase usada para el final de sus apoteósicos shows desde 1956, y así garantizar que sus fans evacuaran el lugar: “Elvis has left the building” (Elvis ha abandonado el edificio).
Cuando escuché la voz de Elvis por primera vez, supe que no iba a trabajar para nadie y que nadie iba a ser mi jefe. Escuchándolo por primera vez fue como salí de la cárcel. No conozco a nadie de mi edad que no cantase como él en un momento u otro”, advirtió Bob Dylan.
San Elvis
Perdió la vida pero ganó la inmortalidad, al grado que sigue figurando entre los más ricos del cementerio para Forbes. Desde entonces existen innumerables rumores de que su triste desenlace fue tan sólo un show mediático montado por él mismo para deshacerse de la carga de ser una leyenda viviente en franca decadencia. Incluso hay quienes juran haberlo visto deambular por los casinos de Las Vegas donde al final de su carrera hacía sus largas temporadas.