Los Ángeles, ca
Considerada la mexicana con mayor fama a nivel internacional, Salma Hayek pude presumir de haber logrado el “sueño americano” sin ser precisamente una actriz de moda o la más reconocida en Hollywood.
Lo suyo puede llamarse genio o buen tino.
Es apenas la tercera mexicana en ser nominada al Oscar, por su papel de Frida Kahlo en 2002, junto a Katy Jurado (1954) y más recientemente Adriana Barraza (2006).
A sus 47 años, que se cumplieron ayer lunes, Hayek es un buen ejemplo de cómo depositar huevos en varias canastas, en lugar de apostar sólo a una con el riesgo de perderlo todo.
Hija de un próspero empresario petrolero de origen libanés, la niña Salma tuvo que sortear una realidad adversa en su natal Coatzacoalcos, pues le diagnosticaron dislexia, una situación compleja que dificulta el aprendizaje de los infantes. Eso le ayudó a forjar el carácter.
Hoy quizá nadie recuerde su participación en un comercial de la desaparecida cadena de hamburguesas “Burger Boy” en los años 80, el cual marcó su debut en la pantalla. Sin embargo su protagónico en la telenovela “Teresa”, en 1989, le abrió definitivamente las puertas del éxito.
Los grandes niveles de audiencia de “Teresa”, producción de Televisa, le indicaron que iba en el camino correcto. La telenovela se ubicó como la de mayor rating, a pesar de que no ocupar el horario estelar. Fue entonces que Salma decidió aventurarse en la “Meca del cine”.
El factor Hollywood
La primera oportunidad llegó con su papel de extra en el filme “Mi vida loca”, de 1993, tras lo cual se sucedieron varias actuaciones de relativa trascendencia. El golpe de suerte llegó con su co protagónico en “Desperado”, junto al español Antonio Banderas, en 1995. Antes había rodado “El callejón de los milagros” en México, hasta entonces lo más destacado en su incipiente carrera.
Para apuntalarla, Salma incursionó también en la producción y en 2002 apostó por un viejo sueño: llevar al cine la vida de la pintora mexicana Frida Kahlo, a quien interpretó con acierto, a juzgar por los resultados. Ese papel le valió la nominación al Oscar, que finalmente ganó Nicole Kidman por su actuación en “Las horas”. “Frida” obtuvo dos estatuillas, sobre seis nominaciones, a Mejor Banda Sonora y Maquillaje, además recibió un 85% de opiniones favorables de la temida crítica de la Academia. Salma lo había logrado.
Sin embargo, su trayectoria no ha sido precisamente consistente y más bien predominan en ella los claroscuros, de acuerdo con Antonio Guerrero, comentarista de cine de la revista “Render”.
“La carrera de Salma Hayek será más recordada por la cantidad que la calidad de su filmografía. Hay que reconocerles dos puntos en su doble carácter de productora y actriz. Fue por Salma Hayek que la serie “Soy Betty, la fea” tuvo su adaptación para la televisión de EU; en sus primeras temporadas logró un éxito de audiencia que poco a poco se fue apagando. Fuera de eso la carrera de Hayek ha estado marcada más por los malos proyectos (como Son Como niños) que por los interesante (del Crepúsculo al amanecer o ‘Desperado’)”, concluye Guerrero en entrevista.
Moderna Midas
Donde no parece tener altibajos es en sus finanzas, ya que Salma es considerada la estrella latina con la mayor fortuna en el mundo del espectáculo, estimada en 250 millones de dólares, por encima de Jennifer Lopez, Shakira, Thalía y Penélope Cruz, su gran amiga.
Por si fuera poco, la publicación Forbes la ubicó en el sitio 19 dentro de las “50 mujeres más poderosas de México”, a pesar de no vivir en el país desde hace más de dos décadas.
Esa buena estrella le permiten ahora poseer dos casas productoras, Ventanarosa y Ventanazul, y ni siquiera pareció afectarle el que Televisa la haya vetado en 2006 por promocionar en Tv Azteca la película “Bandidas”, donde compartió créditos con Penélope Cruz.
En algo habrá influido su matrimonio con el multimillonario francés Francois Henri-Pinault, dueño de las marcas Gucci, Yves Saint Laurent y Puma, por citar algunas. Ambos tienen una hija de nombre Valentina.
A la par de sus negocios en el cine, Salma se da tiempo para apoyar causas sociales y adentrarse en el terreno de la filantropía, con la aportación de donativos.