Dirigida por Jaume Collet-Serra; la cinta logra plantear un misterio policiaco dentro de los limitados confines de un vuelo comercial.
Parece que la cartelera anual no estaría completa sin un thriller protagonizado por Liam Neeson. En esta ocasión, se trata de Non-Stop Sin escalas, en donde el actor de 63 años de edad demuestra que realmente domina a ese tipo de héroe de acción atormentado: el exagente/policía capaz de seguir pateando traseros a cualquier hora y en cualquier lugar, ya sea en las calles de Estambul o en los estrechos pasillos de un avión.
¿Cómo sabemos que domina a estos personajes? Porque su sola presencia es capaz de darle consistencia y aliento a guiones como los de este filme de suspenso, con premisas iniciales sólidas, pero que, desafortunadamente, se van debilitando un poco conforme se acerca el final. Dirigida por Jaume Collet-Serra, con quien Neeson también trabajó en Desconocido (Unknown), la cinta logra plantear un misterio policiaco dentro de los limitados confines de un vuelo comercial, que viaja de E.U. a Londres.
Uno de sus pasajeros es Bill Marks (Neeson), un expolicía con un pasado triste, que ahora funge como agente aéreo– de esos que el gobierno de E.U. entrenó para viajar de incógnito en los aviones a raíz de los ataques del 11 de septiembre. Tras conocer a su optimista vecina de asiento (Julianne Moore), Marks recibe un mensaje de texto de un terrorista anónimo, que amenaza con asesinar inocentes cada 20 minutos.
A partir de ahí, la historia combina la intriga tipo Clue, que mantiene al espectador preguntándose quién podría ser el enemigo, con elementos que hemos visto en otros thrillers aéreos, como Plan de vuelo, Turbulencia y Vuelo 93, que si bien no son nuevos, tampoco pretenden serlo.
El resultado es una mezcla de enigma y déjà vu, cuyo logro principal es arrancar con buenos niveles de tensión y acción en un espacio tan reducido.Casi la totalidad de Non-Stop Sin escalas se desarrolla dentro del avión, durante un vuelo trasatlántico que se sale de control y que, por tanto, le da la oportunidad a Neeson para hacer lo que mejor sabe.
Sin embargo, el guión pierde fuerza conforme las revelaciones finales se hacen claras y se resuelve el misterio, debido a la inclusión de momentos que se sienten fuera de lugar y hasta un poco ridículos: discursos heroicos, intereses amorosos que salen de la nada y motivos no totalmente creíbles para secuestrar una aeronave en el 2014. Asimismo, el resto del elenco se encuentra desaprovechado (por ahí también sale, de vez en cuando, Lupita Nyong’o).
Aun así, Neeson es consistente hasta el final y logra llevar a buen puerto lo que en otras manos sería un caótico tercer acto, apoyado por la capacidad de Collet-Serra de hacer saltar nuestra atención de un detalle a otro, sin tiempo para decidir si le creímos del todo o no.
No será de los mejores thrillers que protagoniza el actor irlandés– es de verse y olvidarse– pero entretiene lo suficiente como para ser la dosis de Liam que sus fans esperaban.