El reconocido cantante mexicano Edgar Oceransky, famoso por su música trova, vivió una experiencia cercana a la muerte que lo dejó marcado. El músico reveló detalles escalofriantes sobre cómo un virus casi le cuesta la vida tras hacerse un tatuaje.
"Estuve a punto de morir, fue una cosa muy cabrona, entendí que lo que uno pide se le cumple."
Oceransky relataba que atravesaba un momento de crisis emocional debido a su separación de su primera esposa.
A pesar de la decisión de separarse, la pareja decidió tatuarse juntos como un último gesto de despedida. El cantante buscaba tatuarse un ave fénix como simbolismo del renacimiento en su nueva etapa, por lo que lo emocionaba muchísimo.
"Cuando habíamos tomado la decisión de divorciarnos, el domingo ya teníamos cita para tatuarnos. Yo decidí tatuarme un ave fénix, morir para renacer."
Tras el tatuaje, su ex pareja se quedó unos días con él mientras buscaba un nuevo hogar. Fue durante esos días que ella notó que Oceransky no se encontraba bien. Sin embargo, él no se sentía tan mal a pesar de que su ex pareja decía todo lo contrario.
La ex pareja de Oceransky no confiaba en el diagnóstico del médico. "Llegamos al ABC de Santa Fe y ahí me salvaron la vida. Llegó y me preguntaron mis síntomas y el doctor me pregunta ¿qué te metiste? Porque me revisaron y me dijeron que era un problema del corazón," contó Oceransky.
En un principio, los médicos pensaron que Oceransky había sufrido un infarto. Sin embargo, después de un análisis más profundo, se descubrió que el problema era un virus.
"Resulta que, por el virus, solo a mí, no fue cosa del tatuador, se me metió un virus rarísimo que se llama Coxsackie B5 y se me alojó en el corazón."
Oceransky explicó que el virus, que entró a su torrente sanguíneo, es muy raro y suele afectar a niños. Ellos creen que lo traía en el cuerpo y a un adulto es difícil que le dé porque tiene que entrar por el corriente sanguíneo. Esta experiencia cercana a la muerte dejó a Edgar Oceransky con una nueva perspectiva sobre la vida. Su historia es un recordatorio de que la vida es frágil y que hay que valorarla cada día.
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