Su parecido físico con la popular influencer Wendy Guevara la ha catapultado a la fama, aunque no exactamente como ella hubiera deseado. El camino de Jaz hacia la viralidad se ha trazado replicando el estilo de Wendy: maquillaje, frases icónicas, hasta la manera de hablar. Su estrategia, aunque le ha valido miles de seguidores, también le ha traído una lluvia de críticas.
Se le acusa de "colgarse" del éxito de Wendy, de aprovecharse de su popularidad para obtener un beneficio personal. Algunos incluso fueron tan lejos como para reportar su cuenta, provocando que la situación llegara a oídos de la propia Guevara.
Sorprendentemente, Wendy no reaccionó con enojo. Al contrario, mostró un gesto de comprensión y empatía hacia Jaz. En un mensaje a sus seguidores, pidió que no reportaran las cuentas de la imitadora, reconociendo su esfuerzo por salir adelante.
"Ella es la que me imita y la gente le dice que se parece mucho a mí (...) quiero decirles que yo estoy consciente de lo que ella hace y de que ella tiene muchas ganas de trabajar y tiene ganas de salir adelante", comentó Wendy.Este gesto de generosidad ha generado un debate en las redes sociales. ¿Es válido aprovechar la imagen de otra persona para obtener fama? ¿Se puede considerar esto como "colgarse" del éxito ajeno?
Lo cierto es que la historia de Jaz y Wendy nos plantea una pregunta que va más allá de la imitación: ¿qué pasa cuando la línea entre la inspiración y la copia se vuelve difusa?