Guillermo Lozano, administrador de la asociación durante la ausencia de Pinal, se encuentra en el centro de la polémica, acusado de desviar fondos de la institución, incluyendo las ganancias por la venta de boletos para los premios "Bravo".
Un empleado de la asociación reveló que Pinal solicitó informes financieros a Lozano durante los últimos cinco años, pero este le informó que las ganancias de los premios no se habían ingresado a la asociación. "Silvia ha pedido que se le entreguen reportes de ingresos y egresos de todo para revisión. Por boca de Lozano, se enteró de que las ganancias por venta de boletos de los premios ‘Bravo’ no fueron ingresadas a la asociación", confesó el empleado.
La polémica se intensificó al descubrirse que objetos de valor de la propiedad de Pinal fueron sustraídos del Teatro Silvia Pinal por miembros de la asociación, entre ellos obras de arte, muebles y parte del legado tangible de la actriz, sin su consentimiento.
Alejandra Guzmán, hija de Pinal, intervino para recuperar las pertenencias de su madre, evidenciando la gravedad de la situación. "Desde que mi madre empezó a tener problemas de salud, se aprovecharon de muchas cosas. Hicieron mal uso de su nombre y del dinero que está ahí. Por eso mismo, Sylvia (Pasquel), mi madre y yo nos juntamos para hacer la fundación con su nombre", declaró Guzman.
Ante la magnitud del escándalo, Alejandra Guzmán y Sylvia Pasquel, impulsadas por la necesidad de proteger el legado de su madre, decidieron crear la Fundación Silvia Pinal, con el objetivo de salvaguardar el legado de la actriz y recuperar el control de sus recursos.
El caso de la Asociación Rafael Banquells y Silvia Pinal nos recuerda la vulnerabilidad de las figuras públicas ante la corrupción y el abuso de confianza. La historia de Silvia Pinal, un símbolo de la cultura mexicana, se ha visto empañada por este conflicto, generando una profunda reflexión sobre la ética y la responsabilidad en el manejo de los recursos de las figuras del mundo artístico.