La partida de Ricardo, un golpe que resonó con fuerza en los corazones de sus compañeros, ha dejado un vacío inmenso que amenaza con consumirlos.
Agustín, con la voz entrecortada por la pena, no puede ocultar la profunda tristeza que lo invade. "Es lo mismo que la temporada pasada, pero ahora es allá (team 'Mar')", murmura, su mirada perdida en un horizonte de desesperanza. A su lado, Sian, con un tono de resignación que se extiende como un virus, repite con voz tenue: "Repeat (Repetición)...".
El silencio, un espectro ominoso, se instala en la casa. La ausencia de Ricardo, su carisma, su energía, pesa sobre cada rincón. Las risas que antes resonaban ahora son un eco distante, un recuerdo agonizante.
"Si se fue Ricardo ya está... no hay esperanza de nada, ya está", susurra Agustín, con un dejo de desesperación que desgarra el alma. La esperanza, esa llama que antes ardía con fuerza, se ha convertido en ceniza.
Sian, con un intento de optimismo que suena a eco vacío, intenta insuflar algo de ánimo: "Nuestra esperanza es esa, nene... inmunidad o salvación, o salvación e inmunidad, es nuestra única esperanza... al menos queda una". Pero sus palabras suenan a consuelo de un alma abatida, a un débil intento por aferrarse a la esperanza.
La batalla por el título se ha transformado en una lucha por la supervivencia. El equipo "Mar", sin su capitán, navega en aguas turbulentas, con la incertidumbre como su único guía.
La casa, un escenario de sueños y emociones, se ha convertido en un mausoleo de tristeza, un lugar donde la decepción se esconde en cada esquina. El destino de Agustín y Sian pende de un hilo, mientras los espectadores, conmocionados por la partida de Ricardo, se aferran a la esperanza de que la luz vuelva a brillar en la oscuridad que envuelve la mansión.