El cantante, de 31 años, fue encontrado sin vida en el hotel 'Casa Sur', ubicado en Buenos Aires, Argentina. Las circunstancias de su fallecimiento aún están bajo investigación, pero las autoridades argentinas trabajan arduamente para esclarecer los hechos.
Las primeras versiones apuntaban a una caída desde el tercer piso del hotel, lo que le causó la muerte instantánea. Los reportes iniciales sugirieron la posibilidad de un suicidio o un accidente relacionado al consumo de drogas, ya que se encontraron sustancias ilícitas en su habitación. Las investigaciones, por lo tanto, se centran en determinar la causa real de su muerte y si existió alguna responsabilidad externa.
Uno de los empleados del hotel ha sido puesto bajo la lupa de los investigadores argentinos. Se sospecha que este trabajador pudo haber facilitado a Liam Payne medicamentos ansiolíticos, lo que ha generado dudas sobre la posible venta o distribución de sustancias controladas de forma irregular. Este hallazgo ha abierto una nueva línea de investigación, pues la venta ilícita de medicamentos, especialmente a turistas extranjeros, es un problema recurrente en muchos destinos internacionales.
Las autoridades están revisando las cámaras de seguridad del hotel, entrevistando a trabajadores y huéspedes, y contactando farmacias locales para verificar si hubo alguna compra irregular de medicamentos en los días previos a la muerte del artista. De confirmarse la participación del empleado, se abriría un nuevo frente legal, no solo en cuanto a la causa de la muerte, sino también en cuanto a la responsabilidad de terceros.
Los exámenes toxicológicos realizados al cuerpo de Liam Payne confirmaron la presencia de cocaína, crack, metanfetaminas y medicamentos para la ansiedad. La presencia de estas sustancias ha complicado la investigación, ya que podrían haber afectado su estado mental y contribuido a una decisión impulsiva o un comportamiento errático que culminó en su caída fatal.
Liam Payne había sido abierto sobre su lucha contra las adicciones en el pasado, confesando en entrevistas que la fama y la presión constante durante su tiempo en One Direction lo llevaron a refugiarse en el alcohol y las drogas. Aunque en los últimos años parecía estar en un buen lugar emocional, su visita a Buenos Aires para asistir al concierto de su ex compañero de banda, Niall Horan, parece haber revivido viejas luchas que nunca pudo superar del todo.