Todo comenzó cuando una fanática logró subir al escenario, en medio de la interpretación de la icónica "First of the Gang to Die", mientras Morrissey se encontraba rodeado de sus seguidores. El gesto de una fan que se acercó a Morrissey en el escenario para abrazarlo, generó una reacción en cadena. La euforia de los fans, que parecen considerar tocar al cantante como un "rito de paso", escaló hasta convertir la celebración en un caos.
La situación se volvió peligrosa cuando la multitud comenzó a invadir el escenario, con más fans intentando llegar a Morrissey. El escenario se transformó en un campo de batalla, con guardias de seguridad luchando por controlar a la horda de fanáticos. En medio del tumulto, uno de los guardias resultó lesionado intentando detener la marea humana. El concierto terminó con Morrissey siendo retirado del escenario por la seguridad, mientras la banda seguía tocando la canción.
El incidente en Dallas no es un hecho aislado. Morrissey, conocido por su peculiar personalidad y su imagen de "forastero social", ha sido víctima de este tipo de situaciones durante sus conciertos en el pasado.
El concierto de Dallas solo nos recuerda que, a pesar de que la música puede generar emociones intensas, hay que mantener un límite entre la admiración y la invasión de la privacidad. La seguridad de los artistas, la banda y el resto de la audiencia siempre deben ser prioridad.