Pero, ¿qué sucede cuando la línea entre el entretenimiento y la incomodidad se vuelve demasiado delgada?
Terrifier 3, la nueva entrega de la saga de terror protagonizada por el aterrador Art el Payaso, ha dado mucho de qué hablar. Y no precisamente por su trama, que si bien sigue la fórmula de sus predecesoras, se centra en las brutales y explícitas torturas que inflige el siniestro personaje. La polémica se desató por un detalle peculiar: la entrega de bolsas para las náuseas a los asistentes de las funciones.
La noticia se viralizó rápidamente, generando un sinfín de comentarios en redes sociales y debates sobre la intensidad real de la película. ¿Es Terrifier 3 tan impactante como para necesitar una bolsa para el vómito? La respuesta, como en muchas cosas, depende del espectador.
En México, la premiere de Terrifier 3 estuvo marcada por la presencia de estas bolsas blancas con el logo del filme. Sin embargo, parece que en su mayoría no fueron utilizadas. Si bien algunas escenas generaron tensión y un poco de disgusto, la experiencia no llegó a los niveles de incomodidad que se habían reportado en Estados Unidos, donde algunos espectadores abandonaron la sala sin poder soportar la brutalidad.
Mientras algunos internautas expresaron su asombro ante la cantidad de sangre y violencia, otros aseguraron que no era tan fuerte. Las opiniones se dividen, como en la mayoría de las películas de este género, entre quienes la encuentran excesivamente perturbadora y quienes la consideran un simple ejercicio de gore que, en definitiva, no es tan impactante como se esperaba.
La controversia en torno a Terrifier 3 refleja el debate constante sobre la línea que separa lo artístico de lo excesivo en el cine de terror. ¿Dónde termina el entretenimiento y comienza la incomodidad? La respuesta, al final, está en los ojos del espectador.