Con escaleras suspendidas y balcones flotantes, el lugar se asemeja a un laberinto de espejos y paneles móviles, donde cada rincón ofrece una nueva perspectiva.
Este es el Modulightor, una obra emblemática de Paul Rudolph, un arquitecto cuya carrera abarcó desde la creación de casas costeras en Florida hasta la construcción de imponentes megastructuras en Nueva York. A lo largo de las décadas, su estilo ha sido objeto de admiración y controversia, reflejando la evolución de su pensamiento y la percepción pública sobre la arquitectura brutalista.
La reciente exposición en el Metropolitan Museum of Art, titulada Materialized Space: The Architecture of Paul Rudolph, marca un hito al ser la primera gran muestra dedicada a su obra en más de 50 años. Esta exhibición no solo resalta la singularidad de sus diseños, sino que también pone de relieve la lucha por la preservación de su legado, ya que muchas de sus creaciones han sido destruidas en las últimas dos décadas.
El curador británico Abraham Thomas ha sido fundamental para dar a conocer la obra de Rudolph, permitiendo que una nueva generación de entusiastas de la arquitectura aprecie su audaz enfoque. En un espacio relativamente pequeño, los visitantes se ven atraídos por sus impresionantes dibujos, que revelan la maestría de Rudolph como dibujante y su habilidad para plasmar la luz y la sombra en sus obras.
Entre los elementos destacados de la exposición se encuentra un molde de madera utilizado para crear las paredes del edificio de arte y arquitectura de Yale, que refleja su interés por las texturas y la materialidad. A pesar de su innovador enfoque, Rudolph enfrentó críticas durante su carrera, especialmente por la funcionalidad de sus espacios, que a menudo eran considerados incómodos por los usuarios.
Su obra, sin embargo, ha encontrado un nuevo aprecio con el tiempo. Edificios como la First Church of Boston y el Temple Street parking garage en Nueva Haven son ejemplos de su capacidad para crear espacios que desafían las convenciones. A pesar de su éxito en Asia, donde sus diseños han sido bien recibidos, su ambición de ser reconocido como un arquitecto de rascacielos en Estados Unidos no se concretó.
El Modulightor, que alberga el Paul Rudolph Institute for Modern Architecture, se ha convertido en un símbolo de su legado. Este espacio no solo es un lugar de trabajo, sino también un laboratorio de ideas donde Rudolph experimentó con la composición espacial. Su enfoque meticuloso y su deseo de perfección lo llevaron a realizar constantes modificaciones en sus proyectos, reflejando su naturaleza exigente.
La exposición en el Met, que estará abierta hasta el 16 de marzo, ofrece una oportunidad única para explorar la complejidad de Rudolph como arquitecto y como persona. Su vida y obra son un recordatorio de que la arquitectura no solo se trata de estructuras, sino también de las historias y emociones que estas evocan.