Con una inversión de 25 millones de dólares, la producción musical basada en la vida de una figura controvertida ha tenido un recibimiento que ha dejado mucho que desear.
Elton John, el icónico músico detrás de esta ambiciosa adaptación, había cosechado elogios en el Teatro Almeida de Londres, donde su obra recibió múltiples nominaciones a los prestigiosos Premios Olivier. Sin embargo, la versión neoyorquina no logró captar la atención del público como se esperaba. En la semana que concluyó el 17 de noviembre, la recaudación fue de apenas 400,000 dólares, con una asistencia que no superó el 63% de la capacidad del teatro.
Las críticas han sido implacables. El New York Post no dudó en calificar la producción como un “desastre de proporciones bíblicas”, mientras que Variety la describió como una “importación del West End mal encaminada”. La crítica Elisabeth Vincentelli, del New York Times, se refirió al musical como “sorprendentemente insulso”, reflejando el desencanto del público estadounidense. A pesar de la actuación de Katie Brayben, quien había sido aclamada en Londres, el elenco no logró replicar el éxito previo.
El cierre de “Tammy Faye” se anunció apenas cinco días después de su apertura, programando su última función para el 8 de diciembre. Este desenlace marca un capítulo complicado en la carrera teatral de Elton John, quien ha tenido otros proyectos exitosos en Londres, como su adaptación de “El diablo viste a la moda”.
La historia de Tammy Faye Bakker, conocida por su valentía al abordar temas controversiales, ha sido objeto de interés en diversas producciones. Su legado, que incluye un notable activismo y una carrera musical, sigue siendo relevante, a pesar de los desafíos que enfrentó en su vida personal y profesional. El impacto de esta cancelación resuena en el mundo del teatro, donde las expectativas y la realidad a menudo chocan, dejando una huella en la narrativa cultural contemporánea.