La reconocida actriz mexicana, Laura Flores, abrió su corazón para compartir una experiencia personal que, aunque poco convencional, resulta reveladora sobre los riesgos de algunos procedimientos estéticos. Se trata de su reciente lucha contra los efectos secundarios de un tratamiento con hilos tensores.
La actriz, en plena grabación de una telenovela – “terminé el 11 de abril en México. Me acuerdo que había fiesta post novela y yo: ‘¿fiesta, cuál fiesta?’ Dijeron corte y yo me fui directo al consultorio” – se vio obligada a posponer cualquier intervención hasta la finalización del proyecto. Este aplazamiento, sin embargo, generó una tensión añadida a la situación.
Una vez concluida la grabación, Flores acudió a su médico. El procedimiento, según su relato, fue bastante invasivo. “Me abrió como si fuera una banana que estás pelando”, describió la actriz, refiriéndose a la incisión necesaria para extraer los hilos tensores que, en lugar de generar colágeno, habían provocado la formación de queloides, apareciendo como pequeñas bolitas en su rostro.
El procedimiento incluyó anestesia local y analgésicos para mitigar el dolor. La extracción de los hilos y los queloides, que la actriz comparó con "pellejitos", fue exitosa. Lo más sorprendente: la ausencia total de cicatrices. Flores incluso pidió un acercamiento para mostrar la perfecta recuperación de su piel, dejando en claro que su experiencia no tuvo las consecuencias negativas que a veces se observan en casos similares dentro del medio artístico.
Su caso, aunque desafiante, se convierte en un ejemplo de cómo una intervención estética, a pesar de complicaciones iniciales, puede tener un desenlace positivo gracias a la pericia médica y la oportuna atención.