En el corazón de la realeza británica, la Navidad en Sandringham, residencia campestre de la familia real, ha sido por años un escenario de eventos memorables y, según diversos testimonios, también de momentos menos gratos. Ingrid Seward, editora en jefe de la revista Majesty y autora de "My Mother and I", reveló detalles poco conocidos sobre la experiencia de la Princesa Diana en estas festividades.
Según Seward, quien cita a un amigo que trabajaba en Sandringham en esa época, "Diana odiaba Sandringham". Esta aversión, según la experta, no se debía únicamente a su relación con Carlos, sino a la rigidez del protocolo real. Se describe una atmósfera formal, con un estricto orden de precedencia, "muy arcaico", que generaba incomodidad en la princesa, quien era conocida por su espíritu libre e independiente. La misma percepción fue compartida por el escritor Andrew Morton en su libro "Diana: Her True Story", donde se recoge el testimonio directo de Diana.
Las anécdotas son reveladoras. En su primera Navidad en Sandringham, en 1981, Diana, embarazada de Guillermo, preparó regalos cuidadosos y costosos para sus nuevos familiares. Sin embargo, se encontró con la tradición real de los regalos "broma", una costumbre que Carlos olvidó comunicarle. "Fue terriblemente embarazoso", confiesa Diana según Morton. Como ejemplo, Diana regaló un suéter de cachemira a la Princesa Ana, mientras que ella recibió a cambio… un porta-papel higiénico. La princesa describió la atmósfera como "muy tensa, con bromas extrañas que solo los de adentro entendían".
Más testimonios refuerzan esta imagen. El estilista de Diana, Richard Dalton, relata que la princesa detestaba la Navidad en Sandringham, debido al frío extremo y la temprana finalización de la cena para ver el mensaje navideño de la reina en televisión. Incluso, una amiga anónima de Diana, citada en la biografía "The Diana Chronicles", comenta que las conversaciones previas a la Navidad en Sandringham se centraban en la "estrategia" para lidiar con las situaciones. A pesar de haber pasado tiempo en Sandringham en su infancia, la experiencia adulta resultó muy distinta para Diana.
La perspectiva de la princesa, entre el glamour y las presiones de la vida real, arroja una luz inesperada sobre estas celebraciones aparentemente idílicas, revelando las complejidades que yacen tras la fachada de la realeza británica.